El agónico ecuador legislativo de UPN
El Gobierno de Navarra llega este mes al ecuador de su legislatura (1999-2003) sometido al implacable marcaje de una oposición que le propina día tras día sonrojantes derrotas parlamentarias. Dos años después de acceder al gobierno de Navarra, UPN no logra recomponer la vía del diálogo con sus socios del PSN-PSOE, cuyo apoyo ha sido decisivo para sacar adelante los presupuestos de la Comunidad foral.
Acabado mayo, el mes de reflexión que ambas fuerzas se dieron para enderezar el diálogo e intentar salvar sus pactos, la situación está prácticamente igual. UPN contra todos. La insumisión del Gobierno al Parlamento empieza a ser alarmante.
Los regionalistas no pueden disimular el enfado de su presidente, Miguel Sanz, ni el de sus consejeros o el de los miembros del grupo parlamentario, acostumbrados en los últimos meses a ver trastocada su mayoría -con 22 escaños, UPN es el grupo mayoritario- en una impotente minoría frente al variado espectro opositor, que suma sus 28 votos para tumbar cuantos proyectos de ley o iniciativas plantea el Ejecutivo sin negociación previa.
Frente a la agonía regionalista, sus socios presupuestarios del PSN-PSOE han saludado el ecuador de la legislatura con un libro titulado Capacidad para ser la alternativa, dos años de oposición responsable a un gobierno de minoría, que el secretario general del PSN, Juan José Lizarbe, ha calificado como una oposición 'útil, inteligente y responsable'. UPN protestó incluso por la utilización del Parlamento foral para la presentación del libro, 'un acto partidista', según el Ejecutivo, en el que estuvo presente, por cierto, el presidente de la cámara, el socialista José Luis Castejón.
El propio líder del socialismo navarro recuerda en el libro cómo empezó todo: renunciando el PSN-PSOE a configurar un gobierno progresista para el que hubiera necesitado los votos de EH.
Los socialistas navarros decidieron entonces facilitar el acceso a la presidencia del partido más votado, UPN, para garantizar la estabilidad institucional ante un nacionalismo vasco que creció electoralmente en tiempos de tregua etarra. A cambio, UPN apoyó la designación de dirigentes socialistas para diversos puestos destacados del entramado institucional de Navarra. Asentada la autonomía, el PSN apoyó unos presupuestos que previamente enmendó, pero, y ahí radica el germen de la discordia, al mismo tiempo comenzó a ejercer una tarea de oposición y control de la labor de sus socios a la que los regionalistas no estaban acostumbrado. Y surgieron las divergencias de fondo.
El Parlamento bloqueó múltiples actos gubernamentales y UPN decidió incluso no enviar a la Cámara ninguna nueva proposición de ley.
La derecha navarra intentó resquebrajar la unidad opositora aireando las reuniones previas que celebra el PSN con los demás grupos parlamentarios, salvo EH, para coordinar sus votos. Pero no le ha servido de nada. Sanz y Lizarbe se reunieron hace un mes. El presidente Sanz mantuvo silencio y Lizarbe aseguró que la única opción de entendimiento era que el Gobierno flexibilizara su actitud.
No parece haberlo hecho. En apenas una semana, la que va del 17 al 24 de mayo, UPN se quedó solo en plenos y comisiones o fue derrotado en asuntos como el proyecto de regularización de montepíos de 4.800 funcionarios públicos, la exigencia de presentar el plan que desde hace cinco años se espera sobre la seguridad de los camping navarros; la petición de que se encargue una auditoría pública sobre la gestión de las sociedades de pesca de Navarra en los cotos; la recuperación del primer ciclo de la ESO en Castejón; la prohibición absoluta de usar harinas cárnicas para alimentar animales, incluidos los de compañía; el cumplimiento de la ley en la contratación de disminuidos en la Administración; la ayuda económica pública para objetores de conciencia a la Prestación Social Sustitutoria que sean sancionados; la exigencia de que sean traspasadas a Navarras las competencias sanitarias de Instituciones Penitenciarias para garantizar el derecho a la salud de los presos navarros; la reducción de 12 a cinco años del plazo para descalificar ciertas viviendas de protección oficial o la proposición de que los terrenos públicos enajenados en Navarra con fines comerciales o industriales sean adjudicados mediante subasta y no mediante concursos para garantizar la transparencia de las adjudicaciones.
Prácticamente todos los partidos, desde el PSN-PSOE hasta EA-PNV o Batzarre, han colado sus mociones y proposiciones de ley con la ayuda unánime del resto de la oposición. UPN se ha visto impotente para evitarlo. Si ejecutase todos los mandatos parlamentarios se vería obligada a desdibujar enormemente su perfil político.
La humillación del Gobierno de Sanz pasa incluso por declaraciones políticas como la aprobada en la Junta de Portavoces del Legislativo el pasado 21 de mayo en la que se censura al Gobierno del PP por la persistencia de los 'ataques' al ejercicio de la capacidad de autogobierno de Navarra en los terrenos de Bardenas Reales en relación con el futuro del polígono de tiro. A UPN le quedan dos años de minoría. Aunque Sanz tiene ya la llave que le permitiría convocar elecciones anticipadas tras la reciente reforma del Amejoramiento del Fuero.
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