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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El 'no' irlandés

El sorprendente no irlandés al Tratado de Niza lleva a la UE a una crisis inesperada, pero no debería frenar las negociaciones de ampliación. El Consejo Europeo de Gotemburgo, la próxima semana, ha de lanzar un claro mensaje en este sentido, fijando una fecha para las primeras incorporaciones a la UE. Pero a la vez tiene que buscar una salida a este embrollo, que tiene su base en la exigencia de unanimidad de todos los Estados miembros para cualquier reforma de los tratados, y deja en manos nacionales el proceso de ratificación. Es paradójico que medio millón de votos, en un referéndum ganado por escasa diferencia y con la participación más baja de la historia irlandesa, puedan paralizar la entrada en vigor de un tratado que afecta a 370 millones de habitantes, y las esperanzas de otros muchos millones de entrar en la UE. Pero es el método democrático elegido y hay que aceptarlo.

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El principal responsable de lo ocurrido es el Gobierno de Bertie Ahern por no haber sabido movilizar al electorado. En tal ambiente de apatía, una coalición minoritaria y heterogénea formada por el Sinn Fein, neutralistas que consideran que Niza va demasiado lejos en materia de Política de Defensa Común; verdes, y aislacionistas, que creen que su país pierde peso institucional, ha conseguido derrotar un tratado necesario para hacer posible la histórica ampliación al Este.

En 1972, los irlandeses aprobaron por un 72% la entrada en la ahora llamada Unión Europea. Irlanda es el país que proporcionalmente más se ha beneficiado de las ayudas comunitarias, con tanto éxito en su crecimiento económico que ya no podrá contar con ellas como hasta ahora. No es una repetición del caso danés ante el Tratado de Maastricht, que dividió al país en 1992 en un referéndum que movilizó al 82% del electorado y que exigió una segunda consulta después de negociar alguna salvaguardia. La mayoría de los irlandeses simplemente ha ignorado el referéndum.

El resultado irlandés plantea un gran problema a la UE, pues el Tratado de Niza es la llave para que se pueda proceder a su histórica ampliación. La situación se puede resolver retocando el tratado y/o con una nueva consulta, como ocurrió con Dinamarca. Pero en la próxima reforma de 2004, la UE ha de acordar sistemas de modificación de sus normas que no queden paralizados por el eventual rechazo de un Estado. De otro modo, una Unión Europea de 27 o más miembros se hará ingobernable.

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