De la calle de Colombia
Las obras para la ampliación de la línea 8 del Metro, de las que nuestro alcalde y nuestro presidente de la Comunidad están tan orgullosos, son una auténtica tortura para los ciudadanos que pagamos todos los impuestos, que vivimos en la zona y que carecemos de cualquier derecho según estos señores.
Los trabajos comienzan a las siete de la mañana y terminan, me refiero a los ruidos que sobrepasan con creces cualquier nivel de aguante, alrededor de las once de la noche. No contentos con esto, el fin de semana el horario es el mismo, sin importar que tenemos derecho a descansar, que hay estudiantes que están de exámenes y necesitan una mínima tranquilidad, que en las viviendas hay niños pequeños y personas mayores que necesitan descansar.
Evidentemente, las plazas de aparcamiento han desaparecido y los peligros han aumentado. Cruzar con niños o personas mayores la confluencia de Colombia con Víctor de la Serna es toda una odisea, los camiones aparecen por todos los lados sin unas mínimas medidas de seguridad; todo ello para realizar una obra faraónica con destino a un aeropuerto condenado a una vida de alrededor de 15 años.
Con toda esta falta de respeto a cualquier ciudadano, la gran preocupación que tiene este personaje que tenemos por alcalde es enfadarse porque los aficionados al fútbol se reúnen en Cibeles y le pisan los geranios. ¿Por qué no protesta cuando los votantes del PP se reúnen en Génova y pisan los geranios? ¿Por qué no se preocupa por el bienestar de los ciudadanos? ¿Por qué no se regulan las obras? ¿Qué derechos tenemos los ciudadanos? Y tantas otras preguntas que supuestamente deberían haber tenido en cuenta estos señores antes de emprender obras que no van a ninguna parte y que, evidentemente, son incapaces de contestar.
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