Rato reunió a todos los ministros para exigirles austeridad presupuestaria
Varios ministerios protestan por sus escasos recursos en comparación con las autonomías
Rodrigo Rato convocó en la tarde del miércoles a todos los ministros en la sede del Ministerio de Economía en la plaza de Cuzco de Madrid para perfilar una serie de compromisos comunes ante la inminente negociación dentro del Gobierno para cuadrar el proyecto de presupuestos generales del Estado para 2002. Acudieron todos menos el titular de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, el de Defensa, Federico Trillo, el de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, y el portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas. Trillo estuvo representado por el subsecretario de Defensa, Victor Torres Silva, y Cascos por el secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco.
Varios de los asistentes a esta cita coincidieron en resaltar como conclusión que Rato les reclamó que se ajustaran al máximo el cinturón presupuestario, que sólo reclamasen partidas imprescindibles y que no se saliesen del guión marcado por la ley de Estabilidad Presupuestaria, porque 'el objetivo primordial y prioritario para el Gobierno' es de nuevo para el ejercicio 2002 el déficit cero antes que cualquier otro. Alusión que varios de los presentes interpretaron como que ese ajuste de cuentas es más importante que desarrollar las importantes obras e inversiones pendientes en distintos departamentos.
Algunos de los ministros entendieron que esa postura de partida firme y exigente de Rato responde a una estrategia planificada para librar ahora a Montoro, al menos, de una parte de los problemas con que se tropieza cada año a la hora de negociar recortes en las pretensiones de cada responsable ministerial. Aunque distintos asistentes comentaron que la reunión transcurrió por cauces normales, tampoco negaron que varios ministros aprovecharon para demandarle a Rato más dinero y dotaciones. Algo que se considera lógico.
Más problemática resultó la discusión que se planteó sobre el papel de determinados ministerios con respecto a muchas comunidades. Hubo algún ministro que dio a entender que se sentía políticamente minusvalorado en sus visitas a las comunidades por su escaso poder inversor incluso en comparación con el de las consejerías respectivas.
Hay titulares de Ministerios, como el de Agricultura, Miguel Arias Cañete, y el de Administraciones Públicas, Jesús Posada, que entienden que sus departamentos están cada vez más vacíos de competencias, por las transferencias a las comunidades autónomas. Y también sostienen que junto a esos contenidos traspasados les han sido cedidas a las autonomías las correspondientes partidas económicas. Lo que no comprenden ni comparten Arias Cañete, Posada, es que en esas condiciones las comunidades sigan esgrimiendo discursos reivindicativos con respecto a la Administración Central cuando surge cualquier contratiempo y no afronten sus responsabilidades.
'Vacas locas' El ejemplo más ilustrativo de estos reproches para este sector del Gobierno es lo que ha ocurrido con el mal de las vacas locas, que ha hecho pasar un invierno negro al Ejecutivo de Aznar. Los responsables del Gobierno constatan que el Ministerio de Agricultura apenas dispone de más poder que el de elaborar una serie de leyes de ámbito estatal. Y lamentan, sin embargo, que el Ministerio haya tenido que asumir el coste político y cofinanciar, pese a su exiguo presupuesto, el 50% del plan de emergencia que se improvisó para intentar atajar la alarma provocada por el mal de las vacas locas cuando todas las competencias y dotaciones están ya en poder autonómico. Esos ministros afirmaron que las comunidades deberían afrontar en solitario esos costes y plantear luego sus reclamaciones en las negociaciones sobre el nuevo sistema de financiación autonómica.
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