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Columna
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Zaplanear

Cada vez que Eduardo Zaplana anuncia una iniciativa, las arcas de la Generalitat se ponen a temblar. Es una prerrogativa que tienen los presidentes de gobierno cuya contrapartida consiste en que tarde o temprano los ciudadanos conozcan el balance cabal de su gestión para poder exigir responsabilidades, ejercicio que hoy por hoy resulta imposible con tanta interferencia publicística y tanta espesura en la administración. Además, si te descuidas, en cuanto pones una pega, te sacuden con el anatema esos dogmáticos del fundamentalismo democrático que Juan Luis Cebrián denunciaba en una conferencia la semana pasada. Detentadores en exclusiva de toda la legitimidad por el hecho de contar con la mayoría de los votos, los populares sacralizan su hegemonía para descalificar de raíz cualquier opinión, cualquier crítica o propuesta, cualquier disensión. En su versión sagrada del juego constitucional, sólo vale sumarse al coro de adoradores que la mayoría gobernante fabrica con facilidad. Semejante culto induce a la amnesia (¿qué tipo de pecado cometeré, ahora que Zaplana dice que quiere dar estabilidad a los 30.000 empleados en precario de la Administración, si recuerdo que el PP clamaba contra los 'privilegios' de los profesores interinos en las oposiciones a funcionarios de inicios de los noventa?). También sirve de coartada a la colonización implacable de la sociedad. Advertía el sábado en un artículo el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Luis Arroyo, contra la amenaza de zaplanear las universidades, en referencia a los proyectos del PP que ponen el control de los consejos sociales e incluso de los equipos rectorales en manos de representantes políticos y gubernamentales. Induce el vocablo a desgranar acepciones: zaplanear, 'dícese de quien gobierna como si nadie más lo hubiese hecho antes que él y nadie haya de hacerlo después'; zaplaneadores, 'seguidores del presidente que se encarnizan con todo aquel que no lo encuentra más listo que nadie o que, simplemente, opina que no tiene razón'; zaplaneantes, 'supuestos liberales ávidos de poder'; zaplaneados, 'ciudadanos sometidos a la felicidad suprema de ser gobernados por el PP'... Sería provechoso investigar si hay alguna diferencia de calado o de matiz entre zaplanear y aznarear.

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