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Columna
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Cantando bajo la lluvia

México DF se está convirtiendo en un foro político de proyección mundial. Como quien dice en el auténtico y renovado oráculo de Delfos de la cosa pública. Va un político por allá, lanza denuestos, profecías, amenazas y falsedades y luego con ampararse en la distancia -la distancia es el olvido- o en el desfase horario -el tiempo lo cura todo- puede darle cuantas veces quiera al replay para limar lo peor, incluidas las calumnias. Pero lo peor ya está dicho. Es lo que tiene el propasarse, siempre cala más hondo que las rectificaciones. Porque el escándalo está en la burrada, mientras que la sensatez apenas levanta un poco de polvo editorial. De ahí que haya que lamentar que al bueno de Milingo, el obispo africano desobispado, no se le haya ocurrido utilizar el púlpito de México DF porque se las habría visto -como todos cuantos han pasado por allí- con sus demonios y hubiera podido soltar sin despeinarse que la curia romana baña en los fondos de reptiles o cualquier gracia que se le hubiera ocurrido, emplazando con ello al Vaticano a entablar una vía de diálogo en vez de resignarse a la excomunión fulminante.

Qué destino el de los milingos, un día son curas, al otro se casan, pero eso no les impide seguir creyéndose los depositarios de la verdad revelada. Porque no conviene olvidar que Milingo habrá cantado en el ya muy caduco festival de San Remo, pero cuando celebraba ceremonias conseguía que cientos de fieles entraran en trance. También curaba y hacía brujería, vamos que cualidades no le faltaban para convertirse en un líder de masas, que es justo a lo que aspiran unos cuantos hombres y una mujer de por aquí. Daba un poco de grima tener que contentarse con un milingo a falta de otros animadores de la escena pública. Se diría que estaban subyugados o por los números -como si les hubiera tocado el bingo- o por las urnas, como aquel Papus que se metía en una para ayunar y tenía que contemplarlas, forzosamente, con no poca melancolía.

Pues bien, ya es cosa hecha. Del Dúo Dinámico hay poco que decir porque se lo han dicho todo solitos, aunque ha sorprendido el desmelenamiento del más joven por más que ahora diga, como Diego, que no dijo. Tampoco sorprenden los gorgoritos de nuestra Rita Pavone regional, pues ya tuvo ocasión de templar la garganta durante la gala electoral con un do de pecho muy independiente. De hecho, da gusto verla tan desprejuiciada que no tiene empacho en sentarse a la mesa que haga falta con los joteros del jo ta ke, por más que no estén dispuestos a dejar ni siquiera el colt verbal en el guardarropa. El cantante más profesional del combo, pues para eso es cantautor, se está limitando a tararearle los estribillos al que no en balde es portavoz. Cómo se echaba de menos su presencia en los escenarios, digo la del portavoz, cómo nos faltaba su arrogancia natural, qué gusto da volverle a oír engallarse y solfear, sin soltar gallo alguno, una cosa tan bonita y tan rotunda como: 'Las posturas mantenidas por nuestros partidos durante los dos últimos años han sido reforzadas y consolidadas por los ciudadanos', olvidando que hace dos años hubiera tenido que dimitir porque lo prometió a nada que fallase una cosa llamada tregua, pero, qué caramba, es mejor pedir decencia a los demás y omitir que el ciudadano no ha refrendado los errores que produjeron tanto luto.

Por no faltar a la convocatoria no ha faltado ni la rama sindical de la canción con su sonsonete soberano: 'Todos queremos más'. Resulta muy entrañable esta aportación del mundo del trabajo realizada por la trikitrixa de alguien que también trabajó. Es como asomarse al túnel del tiempo y, salvando las distancias, asistir a las exhibiciones nacionalsindicalistas de Educación y Descanso. Sí, da gusto ver de nuevo reunido al coro de las Voces Ancestrales, o sea, como quien dice, a las Voces Búlgaras o, tal vez, Nuestro Pequeño Mundo. Ya era hora de que a este estío anticipado que vivimos se le acoplara la canción del verano, porque el paisaje ya no parecía el paisaje. Lo ha cantado Milingo aunque no en México: 'Cada uno tiene su vocación y su carisma, el mío es el de luchar contra el Diablo'. Qué tío, ni que fuera de Azkoitia.

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