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Entrevista:JOAN TUGORES | RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA

'La autonomía universitaria obliga a rendir cuentas a la sociedad'

Joan Tugores Ques (Palma de Mallorca, 1953) nunca pudo imaginar que su predecesor en el cargo de rector de la Universidad de Barcelona (UB), Antoni Caparrós, moriría repentinamente antes incluso de permitirle tomar posesión del cargo para el que fue elegido el pasado jueves día 24 después que los otros dos candidatos, Enric Canela y Màrius Rubiralta, se retiraran. En esta entrevista, realizada menos de 24 horas después del fallecimiento de Caparrós -'alguien a quien se le podría aplicar aquel famoso verso de Machado de ser, en el buen sentido de la palabra, bueno'-, Tugores defiende el legado de su predecesor, 'su compromiso con la Universidad y en particular con la defensa radical de la autonomía universitaria ante la amenaza concreta del anteproyecto de ley de universidades del Gobierno'.

'Funciona tan bien el sistema de incentivos a la investigación que nos gustaría tener algo simétrico para la docencia'

Pregunta. En Francia optaron por trocear las grandes universidades. La UB la componen cerca de 100.000 personas. ¿Cómo se puede dirigir armónicamente un organismo académico de este tamaño?

Respuesta. En 1985, cuando se aprobaron los estatutos y se crearon las divisiones, se pensó en hacer una operación similar a la de la Universidad de París, una fragmentación que diera una dimensión manejable. Pero no se hizo. La UB tiene, obviamente, un problema de tamaño y de heterogeneidad. La pregunta es si esto queda compensado por una imagen de marca muy enraizada que transmita un mensaje de modernidad y de identificación con la sociedad. Hasta ahora había algunas dudas de que esto fuera así, y por eso yo de forma especial y también las otras candidaturas hemos insistido en la necesidad de revalorizar la marca UB para que siga teniendo sentido intentar gobernar esta institución.

P. En el claustro se utilizó el término recoser.

R. Sí, y yo dije que había que recuperar el orgullo de ser UB. Habrá que delegar a las divisiones las responsabilidades, manteniendo el rectorado la proyección en todos aquellos ámbitos que requieran una definición global, conjunta, de prioridades. Además, de puertas adentro, debemos buscar una organización más adecuada, que requiere seguramente una descentralización bastante más profunda de la que ha habido hasta ahora.

P. ¿Qué piensa del anteproyecto de ley orgánica de universidades del Gobierno del PP?

R. Se le deben hacer básicamente dos críticas: la primera es que después de reconocer que es necesario que la Universidad rinda cuentas a la sociedad y no sea el gueto endogámico en que según algunos se ha convertido, la solución que se da a este problema es un modelo de gobierno que mezcla el equipo rectoral, la comunidad universitaria y la sociedad externa. Una solución híbrida, que es la peor solución. Defendemos que los dos platillos de la balanza, la autonomía universitaria y la rendición de cuentas a la sociedad, estén perfectamente equilibrados. En un mundo en el que las fuerzas políticas o económicas dominantes imponen un cortoplacismo cada vez más perceptible, tiene especial sentido que haya instituciones en las que se fabrique esa cosa tan importante que es el conocimiento y el capital humano. Debe haber autonomía universitaria para investigar, para enseñar, para aprender. Todo esto, sin embargo, debe estar contrarrestado por una rendición de cuentas a la sociedad, que quizá no siempre se ha hecho y que hemos de asumir como una obligación, no sólo de quienes manejamos recursos públicos, sino de todas las instituciones que recibimos la confianza de la sociedad para una cosa tan especial como crear y transmitir conocimiento. La tierra firme, para caminar; el agua, para nadar, pero no el fango mezclado. Otro aspecto especialmente negativo del proyecto de ley es que, con la coartada de la endogamia, se quiere volver al antiguo sistema de tribunales de ámbito estatal para la acreditación del profesorado. El remedio es peor que la enfermedad. El actual sistema no es perfecto, pero si para eliminar las presuntas endogamias locales se potencian los grupos de presión a nivel estatal, las antiguas escuelas, me parece peor el remedio que la enfermedad, y además eso conculca la autonomía universitaria y de paso las competencias de las comunidades autónomas.

P. Investigación y docencia. ¿Cómo se combinan estos dos elementos en una universidad como la UB?

R. Hace 20 años la investigación en España era un acto puramente voluntarista. Desde entonces se ha generado una estructura de incentivos de formación personal, de carrera universitaria, y algunos aspectos económicos para potenciar la investigación. A cambio, la docencia se ha convertido en algo residual. Quizá el péndulo ha ido demasiado lejos. Se trata de recuperar un cierto equilibrio. Funciona tan bien el sistema de incentivos a la investigación que nos gustaría tener algo simétrico para la docencia.

P. ¿Cuáles son las relaciones de la UB con la Generalitat?

R. No pueden ser otras que las que corresponden a la primera universidad de Cataluña, por historia, por potencial de investigación y por proyección social, y el Gobierno catalán.

P. La UB siempre ha sido una universidad roja, para entendernos, escorada a la izquierda. ¿Este rector se identifica con alguna opción política?

R. Aparte de la amistad personal que mantengo con algunos de mis compañeros de curso, como los ministros Josep Piqué y Anna Birulés, debo decir que en aquellos años yo estaba un poquito a la izquierda, porque su opción del PSUC me parecía un poco tibia, un poco rosada, en comparación con lo que yo pensaba en aquella época. Obviamente, con el paso del tiempo todos hemos evolucionado ideológicamente, pero puedo decir que eso es totalmente compatible con mantener una buena amistad. También puedo decir que sigo estando un poquito a la izquierda, perceptiblemente, de mis brillantes compañeros de promoción.

P. ¿Le habrán felicitado?

R. Por supuesto. Como yo les felicito a ellos cada vez que tienen un éxito importante en sus carreras. Pero ya que ha preguntado por mi adscripción ideológica, con toda rotundidad: yo soy liberal en lo económico y socialdemócrata en lo político. Creo, y así lo explico en clase, que los mercados tienen una potencia increíble para la creación de riqueza. Me gusta citar un texto muy antiguo, de 1848, que hace referencia al enorme potencial de desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo, el Manifiesto comunista, de Marx y Engels. Una vez dicho esto, hay que añadir que los mercados no son perfectos, no son maravillosos, y por tanto es necesario que haya un sector público que introduzca correcciones. Es más, dado que hablamos de la Universidad, me gusta decir que uno de los ámbitos en los cuales es más importante que haya instituciones públicas potentes es el de la educación, y por eso defiendo la Universidad pública. La educación tiene un componente de bien público. El capital humano es más importante que nunca. No proveerlo adecuadamente es correr el riesgo de agravar las desigualdades.

Joan Tugores, después de ser elegido rector, en el viejo edificio de la Universidad de Barcelona.
Joan Tugores, después de ser elegido rector, en el viejo edificio de la Universidad de Barcelona.CARMEN SECANELLA

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