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Columna
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Desánimo y moderación

Santiago Segurola

La baja participación en las elecciones del Athletic es el peor síntoma del desánimo en el club. La indiscutible fidelidad de sus socios y seguidores no ha impedido el rechazo a una situación más crítica que preocupante. El proceso electoral no ha despejado las dudas de los aficionados. Si acaso, ha aumentado su preocupación por la falta de altura de las propuestas, por la incapacidad para diagnosticar los problemas y por la simpleza general. El Athletic, un fascinante objeto de discusión y análisis, merece una mirada más profunda, sobre todo en estos tiempos de crisis, cuando se cuestionan algunos de los valores sagrados del club.

De lo que se ha escuchado durante la campaña apenas queda nada interesante. La victoria de Javier Uría se puede interpretar como el triunfo de la cordura frente a la dinámica intempestiva y bastante demagógica de Fernando Lamikiz, que ha intentado sacar provecho del desaliento actual sin ofrecer una alternativa creíble. Tampoco le ha favorecido su relación con Clemente. No ha creído en él para presentarle sin tapujos como primera baza electoral. Pero tampoco ha sido capaz de despegarse de un hombre a quien la gente percibe como un grave factor de división. Los aficionados han observado esta especie de relación vergonzante como un signo de debilidad en Lamikiz.

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Los socios del Athletic eligen a Uría y su cambio tranquilo

Más que un mensaje atractivo, Uría ha ofrecido moderación y un par de nombres que suenan bien. Uno es Heynckes y el otro es Zubizarreta. De los dos, el más interesante es Zubizarreta, que tiene varios datos a su favor: es inteligente, respetado y conoce mundo. En alguna ocasión ha demostrado una excelente capacidad de análisis de los problemas del Athletic, que pasan por su ubicación en los tiempos de Bosman; por el papel de una singularidad que durante casi 100 años hizo fuerte al equipo y que ahora -sin demasiados motivos novedosos- le vuelve débil; por la definición que se debe hacer de la cantera, sometida a un descrédito inmerecido por parte de un club que finalmente ha creído más en las de Osasuna y la Real Sociedad que en la suya. Zubizarreta, que conoce bien estas y otras incertidumbres, parece el hombre adecuado para resolverlas. De su gestión dependerá en gran parte el futuro de un club atribulado.

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