Oscuros bautizos
El fiscal jefe de Cataluña, el admirado José María Mena, ha anunciado que la fiscalía catalana perseguirá la práctica de la ablación, aunque ésta se realice en el extranjero.
Me permito sugerir otra línea de investigación a la fiscalía que no tiene la densidad del asunto anterior, pero que tal vez tenga su importancia. Supongamos que una empresa de Sefarad obligara a sus trabajadores a cambiar su nombre porque pensara que los clientes no admitirían escuchar su nombre verdadero. Por ejemplo, que alguien que se llamara Gorka o Mireia fueran obligados a presentarse como Francisco o Carmen. Seguramente nos parecería inadmisible desde todos los puntos de vista imaginables, y sospecharíamos actitudes oscuras, digámoslo así, en la norma de la supuesta empresa. Pues es así como, de hecho, actúa nuestra primera multinacional.
Los trabajadores contratados por Telefónica en Marruecos para atender la línea del 1004 son obligados a cambiar su nombre. Si alguno de ellos se llama Mohamed Said, cuando contesta una llamada se presenta como Manuel Aznar, por ejemplo.
¿Sería perseguible esa actitud empresarial que a todas luces nos parecería no sólo deleznable, sino tal vez ilegal si se practicara en España? ¿Qué puede alegar nuestra trasnacional? ¿Que los ciudadanos hispánicos no pueden aceptar ser atendidos por alguien que se llame Ben Bella?-
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