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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Puerta grande para Finito

En el inicio de la segunda parte de la feria, con los carteles bien rematados, llegaron los llamados figuras del escalafón, pero no toros para una plaza de primera categoría como la de Córdoba. En novilladas anteriormente lidiadas se han visto animales mejor presentados y con igual o más kilos que el encierro que llegó ayer hasta el coso cordobés. Y esta segunda fase también atrajo a más público, en su mayoría triunfalista, que en los otros festejos. Pero aún anunciándose a Finito, el ídolo local, y a José Tomás, que por donde va llena las plazas, no se llegó a completar el aforo de la plaza de Córdoba. Desde hace años, Córdoba da la espalda a los festejos taurinos y el público no acude salvo que presenten un cartel compuesto por aquellos que aparecen en el papel cuché de las revistas del corazón.

Marca / Finito, Tomás, Miura

Cinco toros de José Luis Marca (tres rechazados en el reconocimiento; 2º devuelto; terciados, nobles, justos de fuerza; el 2º, manso, y dos de Hermanos Sampedro (2º, sobrero), nobles, con la fuerza muy justa. Finito de Córdoba: petición, ovación y saludos; dos orejas. José Tomás: palmas; oreja. Dávila Miura: aviso, silencio; palmas. Plaza de Los Califas. 24 de mayo. Cuarta de abono de feria. Más de tres cuartos de entrada.

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Acabó a almohadillazos

Finito inauguró la nueva norma de la Junta de Andalucía, por la cual abre la puerta grande aquel coletudo que obtenga dos orejas en un toro.

Y el diestro más querido de la ciudad lo hizo con el segundo de su lote, en el que instrumentó derechazos templados, unos con la mano baja y otros a media altura, ya que la fuerza de su oponente no resistía que el torero le obligará a humillar. Al natural, Finito consiguió pases brillantes, largos. Puso la plaza bocabajo y el público pidió con fuerza las dos orejas, tal vez porque el presidente le negó una en su primer enemigo, por lo que recibió una bronca de época.

José Tomás cortó otra oreja en el quinto, un toro soso al que el diestro sacó donde no había. El público le aplaudió todo, hasta cuando pidió que parase la música durante la faena. El segundo, primero de su lote, no tenía un pase. A decir verdad, sólo aguantó dos y se rajó hasta acunarse en las tablas. José Tomás se las vio y deseó para matarlo, pues la res no colaboró en absoluto.

Dávila Miura llegó bien al sobrero de Sampedro cuando toreó con la derecha. Por el izquierdo se quedaba el animal y si no llega a dar un mitin con la espada el público le habría pedido la oreja. Con el que cerró plaza, el toro más boyante de la corrida, Dávila no cogió el sitio. Su oponente estuvo por encima del torero.

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