Valiente y honrado
Tiene una sangrante ironía el título de esta dura, esforzadamente poética peripecia marroquí, rodada en el duro asfalto de una metrópoli del Tercer Mundo y protagonizada por niños sin hogar: no se habla aquí de otro príncipe que no sea la indefensión, ni de otro anhelo que no sea la supervivencia. Como otros filmes provenientes de países periféricos que hablan de la condición infantil sometida a infrahumanos sacrificios, de Pixote a La vendedora de rosas o La virgen de los sicarios, también aquí se habla de marginación brutal, del nulo valor que la vida de un niño abandonado tiene en un país en el cual el futuro es pura incógnita. Y lo hace con la fuerza habitual de los buenos filmes adscritos a este tipo de honrado, necesario cine de denuncia: una historia que no por vista deja de tener su (dolorosa) originalidad y una poderosa fotogenia de unos intérpretes de expresividad arrebatadora. Es un filme valiente, dirigido por Nabil Ayouch, que se ve con respeto e interés.
