Irritación del Gobierno italiano tras comprar la francesa EdF el 20% de Montedison
Roma prepara un decreto para impedir que la eléctrica gala controle el mítico grupo industrial
EdF insistió en que se trata de una 'mera operación financiera' para tratar de calmar el enojo de responsables políticos y económicos italianos temerosos de que, en plena liberalización de la electricidad en su país, un grupo público extranjero aseste un golpe estratégico que se presume ambicioso.
La operación, además, se produce en plena transición de poderes en Italia, tras las recientes elecciones. Sólo el vacío de poder que existe en estos momentos en Italia, que no tendrá un nuevo Gobierno hasta dentro de dos semanas, puede explicar el descontrol que se ha producido en el caso Montedison.
'Esto se ha hecho durante un periodo electoral, como si se supusiera un vacío de poder, lo cual se convierte casi en una amenaza', declaró el ministro italiano de Industria y Comercio Exterior, Enrico Letta, al diario Le Monde.
Desde hace días, cuando EdF se hizo con el primer paquete de acciones del grupo privado italiano, apenas un 4,5%, se temía alguna nueva iniciativa del coloso francés, que, pese a todas las explicaciones ofrecidas por el ministro francés de Economía, Laurent Fabius, a su homólogo italiano, Vincenzo Visco, no parece interesado ni en la industria agroalimentaria ni en la química ni en la aseguradora, sectores en los que Montedison tiene una fuerte presencia, sino en el sector eléctrico.
Un grupo diversificado
Montedison es un grupo industrial diversificado. El grueso de su cifra de negocio corresponde a sus actividades en el sector agroalimentario: 9.805 millones de euros (sobre una facturación total de 13.675), casi cuatro veces más de lo que le aportan sus actividades energéticas. Sin embargo, sus filiales en este sector, Edison y Sondel, cobran importancia a medida que se produce la liberalización eléctrica en Italia, hasta ahora dominado por el grupo público Enel.
Se considera a Montedison un serio aspirante a obtener las centrales eléctricas que Enel debe vender en virtud de la ley sobre la liberalización del mercado italiano. La repentina entrada en liza de EdF apunta así a una maniobra estratégica para afirmarse en el mercado europeo. Se plantea en primer lugar la cuestión de si debe sustituirse el control público italiano por el francés, y si esto es aceptable cuando ninguna otra empresa pública europea puede entrar en el capital de EdF, dado que Francia retrasa la liberalización de su sector eléctrico. No cabe esperar que el Gobierno de París dé pasos importantes hasta las elecciones del año próximo.
Entre las medidas que baraja Italia está la de aprobar un decreto que limite la capacidad de voto de los accionistas extranjeros en una empresa italiana cuando no exista reciprocidad en aquel país. Mientras Italia ha iniciado una liberalización del mercado eléctrico, Francia se ha cerrado a cualquier paso en este sentido.
En abril pasado, el Gobierno español bloqueó los derechos de voto en Hidrocantábrico de Ferroatlántica por la participación de la eléctrica alemana EnBW, a su vez participada por EdF. Para ello, utilizó un disposición legal introducida en su día para frenar la expansión de la eléctrica francesa en España, y que sujeta a aprobación gubernamental la compra de compañías energéticas por empresas públicas.
Fuentes de la compañía francesa defienden la lógica económica de caminar hacia la constitución de un mercado europeo de la electricidad. Y sin dejar de reconocer que se plantean problemas políticos, sostienen la legalidad de sus actuaciones. Los únicos que no criticaron ayer la operación fueron los consumidores. 'Bienvenidos sean los franceses si eso redunda en una bajada de las tarifas, que en Italia son las más altas de Europa', declaró en un comunicado la Adusbef.
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