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Entrevista:JUGADOR DEL VALENCIA | La gran final de la Liga de Campeones | KILY GONZÁLEZ | FÚTBOL

'No me quito la fama de golfo'

Cristian Kily González, de 26 años, es un pibe argentino de arrabal: chuleta y apasionado, dispuesto a la bronca y al cachondeo. De buen corazón. Jugó en Rosario Central, idolatró a Kempes y es íntimo amigo de Maradona. Soporta fuertes dolores en el pubis, pero al Valencia le hace falta su temperamento para la final. Ha sido 26 veces internacional.

Pregunta. ¿Cómo ha corregido su mala leche?

Respuesta. Antes, en el Zaragoza, siempre estaba discutiendo. Estaban dos discutiendo y me metía. Eso lo he mejorado. Pero cuando veo algo que no me gusta, lo digo: con gestos, caras...

P. Parece que quieren enviarlo a Italia, pero usted se niega.

R. Estoy muy a gusto aquí. El fútbol español es mejor, más agradable que el italiano. Dicen que el fútbol es igual en todas partes, pero hay grandes jugadores que van a otro país y no triunfan.

'Me gusta ir con los amigos a una esquina, poner música en un coche, comprar unas cervezas...'
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P. Como hincha y jugador de Rosario Central, ¿coincidió con Kempes?

R. Mi padre era fanático de Central, me hablaba siempre de él y me hizo fotos con él.

P. ¿Cuándo decidió dedicarse al fútbol?

R. Cuando uno tiene 15 años, no sabe qué hacer. Dudé mucho. Quería salir a bailar, a conocer chicas... Finalmente, a los 19 años, me decidí y jugué en Rosario. Mi padre, que era tornero, es un fanático del fútbol.

P. ¿Le enorgullece venir de una familia humilde?

R. Mi madre curraba todo el día y no la veía. Y le hice una promesa, que no la quería ver trabajando así: por eso me hice futbolista. Yo quería estar con mi mamá y no estaba. Eso me hizo decirme, '¡mierda, ponte las pilas!'. Mi madre va a venir ahora a la final, no quiero que se lo pierda.

P. ¿Fue un niño prodigio?

R. Empecé a los cuatro años. Veía un avión pasar por arriba, no sabía ni hablar, y le decía a mi padre: '¡España!', supongo que por Kempes. En juveniles, yo era muy bueno. Ahora me caracterizo por correr, pero tenía otras cualidades.

P. ¿Las añora?

R. Podría ser más completo. Ahora un jugador no puede quedarse parado en medio de la cancha. Hay unos cuantos distintos (Zidane, Rivaldo...). El resto, a pelearla. Pero siento que no sólo estoy para eso.

P. Tiene pinta de arrabalero.

R. Sí. Me encanta ir a mi barrio, Las Delicias de Rosario, donde tengo la suerte de poder mirar a mis amigos a la cara. Nos vamos a una esquina, ponemos música en un coche, compramos cervezas... como si fuera uno más. Pero la realidad es distinta, a veces me corta. Es dura: hay amigos sin trabajo y trato de ayudarlos.

P. ¿Cómo?

R. Con un poco de dinero, con conexiones gracias al fútbol, tratando de buscarles un trabajo.

P. Le gusta el grupo Estopa.

R. Sí, me gusta la música divertida, que haga reír o bailar. El rock nacional: Calamaro, Fito Páez... la cumbia, que es una música tropical. Me encanta una canción dedicada a Maradona de un chico que murió: Rodrigo.

P. ¿Es tan amigo de Maradona?

R. Tuve la suerte de conocerlo en mi paso por Boca. Él pidió mi fichaje en el 95. Es una gran persona. Pasé muchas cosas buenas, también de las otras, pero todo sirve para crecer.

P. ¿Habla mucho con él?

R. Sí, hablo con él y con la mujer. Está bien, está afrontando su problema de manera bárbara.

P. Debe aprender a vivir con eso, con la adicción a las drogas.

R. Debe ser muy jodido.

P. ¿Cómo prevé la final?

R. El que maneje mejor el balón en el centro del campo, ganará.

P. ¿Cómo llega usted?

R. Marcado por las lesiones. El nivel mío del año pasado fue muy bueno. Soy explosivo, pero ahora no puedo por la pubalgia. A veces me dan ganas de decir: 'no quiero jugar más'. El dolor es increíble. Me infiltro en todos los partidos.

P. Y el año pasado jugó lesionado la final.

R. No debí hacerlo. Me infiltré dos veces en la rodilla, en el culo también. Sentía el tobillo, pero la rodilla no. Aparte de que todos fuimos un desastre.

P. ¿Por qué es un líder en la selección argentina y aquí no?

R. Ves 50.000 personas con la camiseta albiceleste y eso es muy fuerte. En la selección están los mejores, y vas en plan de que eres un jugador importante. En el Valencia, estoy en deuda conmigo, con mi señora y mi padre. Sé que no estoy bien. Estoy recibiendo palos y palos. Eso me pone loco y se me pone cara de culo. Pero si me tomo tres meses, me opero y me curo, la gente dice: 'Éste se borró'. Y a mí el Valencia me ha tocado porque es uno de los más grandes. Cúper ha confiado en mí.

P. ¿Es muy sensible?

R. No es eso. Si entras en el campo, es porque supuestamente estás bien. Si no, le dices al entrenador, déjame en el banquillo o mándame a tomar por el culo.

P. ¿Qué le parece su sustituto, Vicente?

R. Es bueno. Al no tener yo una temporada regular, Vicente está creciendo. Todo el mundo dice que es mi sustituto. Un poco más y me abren la puerta para que me vaya y juegue Vicente. Llevo nueve años currándomelo en Primera.

P. ¿El secreto del Valencia?

R. Todo pasa por la actitud. Un entrenador te puede decir todo lo que quiera, pero el que decide es el jugador. Porque si tienes 30 pataduras, por mucho que haga un entrenador, al primer partido te quedas fuera.

P. Su conexión con Aimar no se ha visto en el Valencia.

R. Aimar te da la posibilidad de jugar muy fácil. Donde buscas una pared, ahí llega. Es tímido, pero a la hora de jugar, los huevos los tiene. Va a ser un crack. Para mí es mejor que Riquelme.

P. ¿Le preocupa lo que piense de usted la hinchada?

R. Sí, he sido toda mi vida hincha. Me he colado en la tribuna sin pagar, he viajado sin plata para ver a mi equipo, sin comida. Y me molesta que le pinten otra cara a la gente. A lo mejor me ve salir del vestuario caminando así , y dice 'este chulo de mierda'. Pero si me conoce, no soy así. Yo me peleé con 15 jugadores del Valencia dentro de la cancha, me puteé, y después, cuando vine acá, una semana después, me dicen: 'hijo de puta, sos totalmente distinto'. Defiendo a morir la camiseta, si me tengo que pelear con un amigo, lo hago: con Verón y con Simeone, antes del partido los saludo: 'eh, cómo estás, Cholo', pero después, en el medio de la cancha, si tengo una dividida, le meto como loco.

P. ¿Necesita dormir mucho?

R. Todos los días hago una siesta de hora y media.

P. Usted tiene fama de golfo.

R. No soy ningún santo, está claro. Me encantan las mujeres. Ahora estoy tranquilo porque si no, no me hubiera casado. Yo le digo a ella: 'si no estuviera enamorado de vos, si me gustara seguir saliendo de juerga, no me hubiera casado. Lo tengo todo: mi solecito, mi cochito, mi casita'. El casamiento me tranquilizó. Cuando sales hasta la una de la madrugada con una coca-cola, ya te vieron a las seis, en pedo, con dos minas [chicas], a los besos... Y aquí en Valencia es una cosa de locos. Y [dicen que] te gusta todo. Te ponen la etiqueta y no te la sacas. Por mucho que hagas. Yo en Argentina, imagínate: 20 años, con Maradona y con Caniggia, así tocaba el cielo. Salía, me gustaban las minas... Ahora voy a Argentina, con 26 años, casado, y uno viene y me dice... 'ahí están las putas'. Porque la fama que no me la saco. No soy un santo, pero tampoco un degenerado.

P. ¿Le gusta el sexo?

R. Me encanta el sexo.

P. ¿Antes de los partidos?

R. Yo lo haría, pero estamos concentrados. No puede entrar nadie. En plan de relajación podría venir bien. Todo a su debido tiempo, como decía mi padre.

P. ¿Un deseo para el futuro?

R. Ser una persona muy querida. Que digan, el Kily era buen tipo. Y en lo futbolístico ya me toca ser campeón de Europa.

Kily González, durante un entrenamiento del Valencia.
Kily González, durante un entrenamiento del Valencia.MÓNICA TORRES

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