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Alienación indebida
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Menos fútbol, por favor

El aumento de partidos pone en jaque a los deportistas, que prefieren bajarse el sueldo a terminar lesionados

Rodri, durante el partido del City anoche ante el Inter en Mánchester.
Rodri, durante el partido del City anoche ante el Inter en Mánchester.Carl Recine (Getty Images)
Rafa Cabeleira

Nadie sabe a ciencia cierta cómo resultará este nuevo formato de Champions League instaurado por la UEFA, pero algo había que cambiar para reactivar el fuego del interés global, pues resulta casi una obviedad que el Real Madrid le había pillado el tranquillo en los últimos años y nada aburre más al gran público que el mismo final previsible repitiéndose una y otra vez. Más allá de la chanza y junto con el nuevo Mundial de Clubes programado por la FIFA, también se trataría de sepultar la Superliga a base de jugar más partidos, recaudar más dinero, repartir una parte mayor de este con los grandes clubes y seguir exprimiendo a los futbolistas como si fuesen un rebaño infinito de vacas, o de cabras, a los que poder ordeñar como si no hubiera un mañana o, casi peor, como si el mañana hubiese sido ayer.

Rodrigo Hernández advertía esta misma semana de que el gremio está más cerca que nunca en los últimos años de ir a la huelga. Kevin De Bruyne y Pep Guardiola, compañero y entrenador del madrileño respectivamente, han denunciado en distintas ocasiones los excesos de un sistema que siempre beneficia a los mismos, por más que el futbolista sea visto por el gran público como un privilegiado. E incluso puede que lo sea —seguro que lo es—, pero ese no es el debate. “Nunca hemos dicho que no queramos bajarnos el sueldo”, ha declarado Dani Carvajal en fechas recientes. “Si porcentualmente se paga menos, cobraremos menos”. Tampoco debería ser este el enfoque, pero incluso entre los futbolistas parece haber calado el discurso perverso de que es el fútbol (clubes, ligas, federaciones) quien mantiene al futbolista y no al revés: ese sí sería un buen punto de partida.

También lo sería el de la salud, tanto física como mental, exigida y deteriorada en muchos casos por un exceso de partidos inasumible para el jugador, pero insuficiente para la industria, que vuelve a planear nuevas competiciones y nuevos formatos para rellenar huecos en un calendario. Ahí está la prescindible Liga de las Naciones parida por la UEFA para espanto de casi todos, especialmente clubes y futbolistas, pero también de muchos aficionados que se preguntan cuántas variantes más del mismo espectáculo se pueden adoptar sin que una mayoría silenciosa vaya perdiendo el interés. O cuánto se puede insistir sobre el mismo clavo antes de que este se rompa: a buen seguro que ni los futbolistas ni los aficionados somos los más interesados en un espectáculo que de manera cíclica y constante se va encareciendo a sí mismo.

Contaba una vez Ángel Cappa la noche en que él y Diego Armando Maradona se sentaron a ver un partido de la NBA. Jugaba Michael Jordan y Cappa le dijo al Diego algo así como “Qué bueno es este Jordan, ¿verdad?”. Asintió el Diez, seguramente por aquello de que los genios se guardan un cierto respeto entre ellos, aunque no lo sientan, pero enseguida completó la reflexión del técnico con su propia dosis de sabiduría. “Es muy bueno, sí, pero no te olvides de que él juega con la mano”, le contestó. El fútbol seguirá siendo un deporte que se juegue con los pies, pero los futbolistas tienen ante sí la posibilidad de repensarlo con la cabeza, de reclamar mejores condiciones laborales sin que necesariamente se tenga que hablar de ganar más dinero. Porque si solo se centran en el dinero a cambio de jugar más, entonces habrán perdido la partida para siempre. Y la habremos perdido todos, de hecho, así que menos fútbol, por favor.

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