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Las condiciones de La Moncloa

'Aznar no se fía de Ibarretxe, pero cree que está asumiendo una parte del pacto antiterrorista'

Luis R. Aizpeolea

El viernes pasado, tras el Consejo de Ministros, su portavoz, Pío Cabanillas, dejó de atacar por vez primera en año y medio al lehendakari Juan José Ibarretxe. Se limitó a advertirle sobre la falta de protección de las víctimas del terrorismo en Euskadi y le aconsejó que fuera ésa la prioridad de su Gobierno. Con ello, La Moncloa inaugura una etapa de 'desarme verbal' ante el Gobierno vasco en la que el ataque es sustituido por la advertencia. Es la primera manifestación de una nueva estrategia, cuya pretensión es 'abrir un escenario de normalización de las relaciones institucionales' con Ibarretxe.

Aznar e Ibarretxe rompieron relaciones en junio de 2000, tras una rueda de prensa del lehendakari en La Moncloa en la que defendió los principios del Pacto de Lizarra. Era la respuesta a un duro ataque de Aznar, una semana antes, cuando aseguró que Ibarretxe y el PNV sólo rectificarían su estrategia de frente nacionalista en la oposición. La ruptura estuvo precedida de otro duro choque entre ambos seis meses antes, en diciembre de 1999, a los tres días de anunciar ETA la ruptura de la tregua. Ibarretxe trató de convencer a Aznar, sin éxito, de que avalara la creación de una mesa de partidos basada en la estrategia de Estella para frenar in extremis a ETA.

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La recuperación de la normalidad está determinada por el examen del presidente del Gobierno a la conducta del lehendakari, aseguran en La Moncloa. Su clara victoria sobre el PP y el PSOE el día 13 en las elecciones vascas ha empujado a Aznar a concluir que Ibarretxe no sólo tiene la responsabilidad de formar Gobierno, sino la de afrontar los graves retos del País Vasco, empezando por el terrorismo.

Aznar se quedará en un segundo plano, de tal modo que no tiene previsto aún reunirse con Ibarretxe, pese a la nueva y complicada situación vasca. Previsiblemente esperará a julio, cuando Ibarretxe será investido lehendakari. Mientras tanto, Aznar graduará sus relaciones con el político vasco en función de su respuesta a cuatro cuestiones clave: la defensa de las víctimas del terrorismo; la consolidación de su anunciada ruptura en las relaciones con EH; la defensa de las libertades, esto es, la lucha decidida contra el terrorismo y la kale borroka, y la defensa de la pluralidad de Euskadi, es decir, de ambas comunidades: la nacionalista y la no nacionalista.

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Los primeros gestos de Ibarretxe después de las elecciones son acogidos positivamente por el Gobierno: por ejemplo, su decisión de prescindir de EH no sólo en el Parlamento, sino en las conversaciones de fondo para formar la mesa de partidos, y su posición más decidida hacia las víctimas del terrorismo -el martes abandonó la reunión del Consejo de Gobierno para visitar al periodista Gorka Landaburu, al que ETA acababa de atacar- y su anunciado establecimiento de un 'marco de convivencia' con el PP y PSE.

Un portavoz del Gobierno apunta que 'Ibarretxe está asumiendo en la práctica una parte del programa del Pacto por la Libertad' o antiterrorista de PP-PSOE de diciembre de 2000 en cuanto a la defensa de las víctimas del terrorismo y de la pluralidad vasca.

No obstante, La Moncloa no se fía de Ibarretxe a medio y largo plazo. En primer lugar, se muestra escéptica sobre su autonomía respecto de la dirección del PNV, como apunta ahora el sector moderado del partido. Tampoco cree que el PNV pueda dar un giro desde la victoria. La Moncloa siempre pensó que el PNV sólo rectificaría su posición soberanista desde la derrota y la oposición.

Aumenta aún más el recelo de La Moncloa el hecho de que el PNV haya ganado las elecciones con un programa soberanista en coalición con un partido como EA, que hace del derecho a la autodeterminación el eje de su política.

Aznar señalaba el jueves la situación, a su juicio contradictoria, en que se encuentra Ibarretxe: 'El PNV ha concurrido a las elecciones con un programa en el que figuraba la defensa del soberanismo. Ha recibido unos 80.000 votos de HB y tiene un compromiso de no acordar nada con los partidos violentos. Voy a ver cómo se administra eso'.

La Moncloa teme que la única pretensión de Ibarretxe, con la formación de una mesa de partidos para lograr un pacto de fondo que sustituya al de Ajuria Enea, sea dividir al PP y al PSE y de paso socializar la enorme responsabilidad que ha caído sobre sus espaldas con su clara victoria.

Esa negociación, que será la prueba de fuego de la nueva situación -en la que se verá si en Ibarretxe y Aznar hay voluntad política de acuerdo-, quedará postergada a octubre. Antes, Ibarretxe tendrá que formar Gobierno y negociar inmediatamente la renovación del Concierto Económico, la ley clave de la autonomía vasca.

No obstante, La Moncloa admite que la situación política se ha distendido desde la celebración de las elecciones vascas, especialmente porque puede haber un Gobierno estable en Euskadi sin depender de EH.

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