Koala, limusina, pateras
Hoy podemos asistir como testigos impotentes a que en el espacio principal de un periódico se comparta la información de que un koala llegue a Barajas con una rama de eucalipto en la mano, esté asistido por dos cuidadores y sea transportado en limusina al Zoo de Madrid, escoltado por policías municipales pagados con nuestros impuestos. En contraposición, en la misma página nos informan de que en Tarifa han hallado el cadáver de un inmigrante y han interceptado varias pateras con 120 sin papeles, 27 mujeres embarazadas y tres bebés de meses. Éstos no portaban ramas de eucalipto, no tenían cuidadores, no llegaron en limusinas ni fueron escoltados por municipales.
El mismo día en el que la prensa destacaba la llegada del simpático koala, en páginas interiores se nos informaba de que las autoridades chinas habían ordenado la ejecución de 500 presos sólo en un mes. Es más agradable vender la simpatía del koala que la ejecución de 500 personas. Sólo Amnistía Internacional hizo la denuncia.
El mismo día en el que se nos informaba de que la desesperanza se apodera de los 50.000 huidos afganos que malviven en un campamento paquistaní y 25.000 personas viven hacinadas bajo plásticos y con menos de 10 litros de agua por persona, se nos decía que a nuestro koala madrileño no le faltará ni alimentos ni atención de primera. ¿O es que hay personas de segunda?
Ahora sólo nos falta recibir con honores a un hombre que ha ordenado la ejecución de cientos de personas. A una persona que representa a un país que mantiene a más de un millón de presos, de los cuales, por cierto, el 55% son negros.
A una persona que está dispuesta a deforestar Alaska para contentar a las empresas que dieron dinero para su campaña electoral. Nuestras autoridades se aprestan a recibir a una persona que, sin ton ni son, y como tarjeta de presentación, bombardeó un país, Irak. Sólo nos cabe preparar una merecida bienvenida a George W. Bush y reflejar nuestro inconformismo por esta desagradable, desigual e incoherente situación en la que vivimos.
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