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DÍA A DÍA

Sant Pasqual

Gozaba con la oración y la mortificación de la mortal carne, a la que sometía a frecuentes y prolongadas flagelaciones para, tras una vida de alargados éxtasis, alcanzar la gloria. Y Pascual Baylón, habitante del negro siglo XVI, testarudo y aragonés, lo consiguió aún joven, de 53 años, con éxito notorio, al debilitarse hasta el límite de su resistencia. Intenso fue su ardor por la comunión y, así, llegó, en sus funerales, a abrir los ojos para adorar a la hostia consagrada; con tal prodigio logró la plaza de patrono de las obras y congresos eucarísticos el que fuera pobre pastor iletrado, aunque con ciencia infusa, que proclamaría procurador de la monarquía hispana el también pobre y poco iluminado, el oscuro hechizado Carles II de València. Sin embargo, al ortodoxo tridentino nuestro pueblo le ha encargado los heterodoxos embarazos de los campos y las personas y la protección de la maternal cueva y pagana Font Santa de Orito, en Montfort, donde hoy peregrinan los valles del Vinalopó, l'Alacantí y el Bajo Segura a implorar la lluvia de la vida y de la fecundante hoguera de la fiesta mayor Vila-Real, conservadora de sus reliquias que avisan, con los tres golpes propios de san Benito, de la proximidad de la muerte. Por analogía se le invoca para el buen dormir: Que el Beneït sant Pasqual Bailon, mos dorga en bon son i mos desperte en millor. -

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