_
_
_
_
EUSKADI TRAS LAS ELECCIONES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La disyuntiva

Los resultados electorales han expresado, como siempre, el grado de confianza de los ciudadanos respecto a la capacidad de los concurrentes para gobernar, es decir, para hacer frente a las cuestiones que el electorado ha considerado prioritarias. Los estímulos y mecanismos que provocan esa confianza son de naturaleza variada y en este caso no han tenido como referente la valoración estricta de la gestión política de la coalición gobernante durante los dos últimos años. Supongo que ni los más entusiastas partidarios de Ibarretxe y su equipo considerarán que el indiscutible éxito electoral de la coalición PNV-EA proviene de la valoración de su último periodo de gobierno. Por el contrario, las ilusiones de alternancia que algunos compartíamos y alimentamos se basaban, sobre todo, en el juicio profundamente negativo que la susodicha acción gubernamental nos había merecido. El comportamiento electoral mayoritario ha tenido otras inspiraciones, sean la sociología profunda del país, el temor al cambio en un medio de violencia, división y crispación, o la limitada credibilidad que ofrecían los actores de la alternancia. Los resultados vuelven a otorgar indiscutiblemente al PNV la responsabilidad máxima de gobierno en el nuevo periodo, pero ¿con qué orientación va a ejercerla? Ibarretxe ha definido su victoria como el triunfo de la voluntad de diálogo entre todos frente a la violencia y la confrontación. Pero esto poco significa si la apelación al diálogo no desciende de los cielos a la tierra, si no se definen sus contenidos (es decir, sus límites), sus interlocutores y los valores políticos en que se asienta. La mayoría relativa obtenida en las urnas permiten a Ibarretxe, en principio, un importante margen de maniobra, pero si no es capaz de jerarquizar valores y el diálogo sigue planteado en un escenario de amenaza para los no nacionalistas, el deterioro democrático será aún más profundo. Las noches electorales, con el protagonismo inevitable en las sedes partidarias de los más ruidosos, no tienen por qué ser referencia, pero no es buen augurio comprobar que Arzalluz sigue incluyendo a los parlamentarios de EH entre los suyos o escuchar el discurso exaltado de Begoña Errazti. Más inquietante resulta que el triunfante lehendakari dedique un tiempo a glosar las virtudes de Euskadi, incluida la celeridad en el escrutinio electoral, pero no se refiera a la inseguridad y falta de libertad que tan evidentemente padecemos, que siguiera siendo incapaz de transmitir un contundente gesto de amparo; pero, sobre todo, es inevitable constatar, a la hora de tratar de intuir la orientación del nuevo gobierno, que aunque el triunfo nacionalista es resultado de la suma de diversas voluntades, las más expresas de todas ellas son las que le llevaron a presentarse en coalición con EA y a atraer voto de EH con un programa expresamente autodeterminista.

'La apelación al diálogo poco significa si no desciende del cielo a la tierra y no se definen sus contenidos, sus interlocutores y los valores políticos en que se asienta'
Más información
Ha merecido la pena

Destinado con toda probabilidad el PP a la oposición, no parece razonable que sea otro el lugar que ocupe el PSE-EE. Con las circunstancias y resultados habidos sería poco razonable su participación como comparsa en el gobierno, en el muy improbable caso de que fuera invitado. El ejercicio de la oposición por parte de ambos no puede seguir teniendo el actual carácter agónico, deberá modularse según el cariz de las iniciativas nacionalistas. Pero, en cualquier caso, su inmediata, principal, dura y difícil tarea es la de sostener el ánimo de sus gentes, de todos aquellos que habían puesto su ilusión y su esfuerzo en un cambio con el que esperaban recuperar la libertad y perder su condición de amenazados.

El gran perdedor ha sido EH. Se trata de una buena noticia y podría ser mejor si ello supusiera una pérdida de la influencia en la política vasca de EH y de ETA.Es de suponer que entre quienes han dejado de votarles se encuentran muchos espantados del terror de ETA. Pero queda la duda de si la mayoría de ellos no lo han hecho simplemente ante la posibilidad, sentida durante la campaña, de que el lehendakari pudiera dejar de ser nacionalista. Pero lo que va a importar no es el análisis de las motivaciones, sino la disyuntiva a la que obligan al PNV. Si este partido extrae de estos resultados la confirmación de la existencia de suficientes apoyos para la continuidad de la política llamada soberanista, la influencia de ETA y de EH permanecerá invariable, pese a los resultados electorales; por el contrario, si lo que se destaca es el consenso generalizado de la sociedad vasca frente al terror de ETA, las elecciones nos ofrecerían una brizna de esperanza incluso a quienes apostamos por otros resultados. He indicado más arriba que los indicios de la noche electoral más bien apuntaban a la primera hipótesis, pero quizás este es el momento de que quienes han apoyado a Ibarretxe como opción de integración, frente a una alternativa tachada de disgregadora, pongan todo su esfuerzo e influencia para demostrarlo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_