El PP tardó en asimilar el pinchazo
En la sede nacional del PP tardaron en asimilar lo ocurrido ayer en las urnas vascas. El secretario general, Javier Arenas, no compareció hasta las 10.45 de la noche. A esa hora y durante seis minutos ante los periodistas, desgranó los tres mensajes que resumen la posición del Partido Popular tras las elecciones celebradas ayer en el País Vasco: Ha perdido el terror, como puede verse en el descalabro de EH; el PP ha logrado su mejor resultado en Euskadi, y ese partido se compromete a defender, en el Parlamento vasco, los mismos valores que ha enarbolado hasta ahora de respeto a la Constitución y al Estatuto. Con estos tres mensajes, Arenas asumía que el PP no podrá estar en el Gobierno vasco, que Mayor no será lehendakari, y se congratulaba del descalabro abertzale.
La apuesta del PP había sido tan fuerte, la implicación política del Gobierno central y de la cúpula del partido, con el ex ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, como candidato a lehendakari, había adquirido unos tintes tan rotundos que el mazazo tardó en digerirse. El Comité Nacional del PP esperará hasta mañana para efectuar en Madrid, bajo la presidencia de José María Aznar, el balance de los resultados.
En las porras y apuestas que los dirigentes vascos del PP hicieron en los últimos días nadie quería ser prudente. Los más cautos se concedían al menos 38 escaños, justo la mayoría absoluta y siempre contando de partida con la alianza segura con el PSE. En cualquier caso, nadie daba al PP menos de 22 parlamentarios y se citaba como referente la cifra de 25. Nada de eso ocurrió.
El modelo alavés
Todo falló. Los dirigentes nacionales del PP, concentrados juntos al secretario general del partido, Javier Arenas, en la séptima planta de Génova 13, esperaron a que comparecieran prácticamente todos los responsables de las demás formaciones, especialmente en Euskadi, para efectuar el primer análisis público.
El varapalo fue duro en casi todos los frentes, pero el pinchazo mayor se registró precisamente en el supuesto granero de votos del PP. El modelo alavés, que el PP tomó como bandera de lo que podría extender por toda Euskadi si llegaba al Gobierno, se tornó ayer también nacionalista. El 'símbolo', la 'vanguardia del cambio', el ejemplo de la convivencia 'cómoda' y de la normalidad, preconizado por el PP tras llevar casi dos años en el Gobierno en las principales instituciones de esa circunscripción, en el Ayuntamiento y la Diputación de Álava, no arrastró ni siquiera a sus votantes habituales. Esa caída se apreció incluso en la capital, Vitoria, donde se perdieron en torno a cuatro puntos sobre los últimos comicios. El PP alcanzó en Álava sólo nueve escaños (se aguardaban un mínimo de 11 y los más optimistas apuntaban le meta utópica de 15). Nueve diputados: los mismos que en los anteriores comicios y la misma cifra que el PNV, su principal adversario.
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