Deshaciendo mitos

Recientemente se presentaron en Castellón los resultados de un amplio estudio (más de 8.300 entrevistas) realizado por 14 profesores de Sociología y Economía de las universidades Jaume I de Castellón, Alicante y Valencia sobre la evolución de las trayectorias profesionales de los titulados en estas universidades entre los años 92 y 99. El trabajo estuvo encargado por las tres fundaciones universidad-empresa de las universidades citadas y financiado por el Impiva.

El informe es muy largo y prolijo (casi 700 páginas) ya que lo que se pretendía no era tanto una radiografía puntual del momento, ni se trataba, por supuesto, de una operación de marketing, como de analizar la evolución de los titulados desde su incorporación al mercado de trabajo hasta el momento presente. No sólo conocer si trabajan o no y en qué, sino también cómo han cambiado las cosas a lo largo del tiempo, desagregando al máximo posible los datos y tratando de encontrar qué elementos (titulación, formación complementaria de post-grado, prácticas, idiomas, experiencia internacional, origen familiar...) favorecen una mejor inserción, en términos de empleo de mejor calidad, en el mundo laboral. Ya se han publicado en la prensa los datos más relevantes, y por ello me ceñiré a dos aspectos que me parecen importantes para deshacer algunas interpretaciones erróneas, si no interesadas, de estudios de este tipo con comentarios, como los que se pudieron escuchar en los pasillos del Impiva de la capital de La Plana, del tipo: 'ahora lo que nos tienen que decir es qué titulaciones hay que cerrar', o 'quizá nos estamos gastando mucho dinero en las universidades'.

1º. La universidad no es una fábrica de parados. Cómo venimos insistiendo desde hace tiempo, y el presidente del Consejo Social de la Universidad de Valencia ha reiterado en público en numerosas ocasiones, la titulación universitaria es un escudo contra el desempleo. Los datos comparativos entre los jóvenes titulados y los que no lo son, para la misma cohorte de edad, no admiten ninguna duda. Es cierto, sin embargo, que muchos de ellos no tienen un empleo de suficiente calidad ( término empleado en el informe para la conjunción de numerosos factores como la estabilidad en el empleo, la adecuación de la titulación al mismo o la intensidad de la utilización de los conocimientos adquiridos en el puesto de trabajo). Pero la razón no es la falta de formación, sino todo lo contrario. Muchas empresas sólo ofrecen puestos de trabajo de baja calidad incluso a los titulados. Algunos de los comentarios de los participantes en la parte cualitativa de la encuesta siguen siendo estremecedores.

2º. Las mujeres están suficientemente preparadas, en cantidad y calidad, para ser las protagonistas del futuro en las empresas. El estudio muestra de forma rotunda que las mujeres, que se han incorporado de forma masiva a la universidad en la última década, siendo mayoría en casi todas las titulaciones, están mejor preparadas que los hombres: tienen mejores calificaciones, les cuesta menos acabar la carrera y poseen más formación complementaria. Sin embargo, en términos relativos, tienen peores empleos y peores trayectorias profesionales que los hombres.

Estos dos aspectos, a mi entender cruciales, vienen a mostrar que el problema esencial no está en la universidad. Los esfuerzos en los últimos quince años han llevado a la universidad valenciana a un estimable nivel tanto en la formación, la investigación como la difusión de la cultura. Los estudiantes dejan la universidad sobradamente formados para incorporarse a las empresas y desarrollar todo su potencial. Es el mercado de trabajo el que destaca por una serie de condiciones no muy favorables para la consolidación de empleos de calidad que permitan aportar alto valor añadido a las empresas. Y la oferta (que no la demanda, no se confundan) de puestos de trabajo la hacen las empresas. Ese es el núcleo del problema que tiene que ver con otros aspectos esenciales para el futuro de nuestra sociedad como por ejemplo la muy baja inversión en I+D del sector privado (léanse el libro verde sobre el sistema valenciano de innovación de la Fundación Cotec).

Afortunadamente cada vez más empresarios van entendiendo qué deben hacer para mantener competitivas las empresas en el turbulento futuro globalizado. Mi buen amigo Vicente Marzal, de la Confederación Empresarial Valenciana, repite insistentemente, cuando celebramos las presentaciones de empresas en la universidad, que éstas necesitan a los universitarios trabajando en puestos de responsabilidad y calidad. Pues eso. Tomen ejemplo; no desperdicien el conocimiento que tienen disponible y un consejo: contraten mujeres y que asuman la responsabilidad. Les irá mejor.

V. Ramón Torcal es vicerrector de Extensión Universitaria y Relaciones con la Sociedad de la Universidad de Valencia.