Una jornada para reflexionar
A lo largo del año hay días dedicados al padre y a la madre; al medio ambiente; al oso pardo y al hermano lobo; al libro y a los árboles que debemos talar para poder pasar las hojas de ese libro en el que puede verse el grabado de un árbol -quizás el mismo árbol que sirvió para hacer el papel de ese libro- con sus características botánicas escritas en latín al pie de página; al cáncer de pulmón y a la angina de pecho y al corazón partido, hecho pedazos, roto por la rutina y el colesterol.
Hay días para todo y para todos a lo largo del año, pero sólo de pascuas a ramos, de cuatro en cuatro años, nos regalan un día para la reflexión.
Julio Cortázar dio la vuelta al día en ochenta mundos, pero podría darse muy bien la vuelta al año haciendo escala en las trescientas sesenta y cinco causas que adornan cada día y engrosan las cuentas de resultados de los hipermercados y grandes almacenes. Lo que no es tan sencillo es conseguir que todos decidamos pararnos a pensar un día, el mismo día, víspera de elecciones, en las virtudes y defectos de los candidatos y las candidaturas que concurren a ellas.
La reflexión es un oficio noble que llevan muchos años practicando unos pocos congéneres a los que se da el nombre de filósofos. Diógenes Laercio habla de algunos de ellos y de sus opiniones en unas páginas tan apasionantes como las del más vivo culebrón.
Reflexionar, pensar, puede ser un deporte de alto riesgo. Hay que estar preparado. Uno puede llevarse sorpresas, igual que el personaje de un cuento de Quim Monzó, un candidato que se dispone a votar en las elecciones a las que se presenta como cabeza de lista. Él es el ciudadano que, en teoría, menos dudas debe tener a la hora de depositar su voto. De pronto, sin embargo, reflexiona y le invade la duda: ¿Y si no se votase a sí mismo?
Si de veras creyese firmemente que su programa es el mejor de todos, no debería abrigar la menor duda. Pero hay otros programas que también -craso error- ha leído. Toma una papeleta de cada partido, penetra en la cabina y corre la cortina.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.