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El Partido Colorado posee el secreto de la eterna juventud

Tras los comicios internos realizados el pasado fin de semana, la Asociación Nacional Republicana de Paraguay resultó ampliamente renovada

En Paraguay, el Partido Colorado, en el poder desde hace más de medio siglo y una de las agrupaciones políticas más antiguas de América Latina, parece haber descubierto la fuente de la eterna juventud.

A diferencia de lo que ha ocurrido en el resto del continente, donde los partidos tradicionales caen presos de la decadencia y el olvido, en Paraguay ha ocurrido todo lo contrario. Tras los comicios internos realizados el pasado fin de semana (domingo 6 de mayo), en la mayor tranquilidad, la Asociación Nacional Republicana, nombre oficial del Partido Colorado, salió ampliamente renovada.

Hasta hace un año, la formación política se debatía en una guerra interna. Ferozmente dividida, varios movimientos se disputaban a muerte la dirección del partido y la preferencia del electorado.

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El seísmo parecía inevitable tras el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña -el último gran caudillo del partido-, cuya autoría se atribuyó a su principal adversario político, el general Lino César Oviedo -hoy preso en Brasil-, considerado como un advenedizo por algunos sectores.

El militar había sido expulsado del partido; no obstante, las formalidades necesarias nunca se concretaron. Se habló de proscribir a su movimiento, la UNACE (Unión Nacional de Colorados Éticos), pero con el tiempo esta posibilidad también se fue diluyendo.

Lejos de profundizar en estas divisiones, los comicios del pasado domingo sirvieron de terapia para la reconciliación de una agrupación política que parecía ajada, dividida y consumida por el odio. Cada movimiento pudo medir sus fuerzas en campañas electorales millonarias que no escamotearon recursos.

Se utilizaron desde relinchos de caballos -en alusión al jinete en la cárcel de Brasilia- hasta la resurrección al finado Argaña, con filmaciones de archivo.

Fue precisamente uno de los discípulos políticos del que fuera el último gran caudillo que tuvo el partido quien emergió como líder indiscutible. Se trata de Nicanor Duarte Frutos, brillante abogado y periodista que hasta hace poco había sido ministro de Educación. Duarte Frutos cuenta con todas las cualidades de un líder del siglo XXI. Es joven, apuesto e inteligente. Es un político hábil, con una formación académica sólida, que no reniega de sus orígenes humildes. Habla perfectamente el idioma del pueblo, el guaraní, y resulta accesible a otros sectores que logran identificarse con alguna de sus múltiples facetas.

Tendencia saludable

Esta saludable tendencia renovadora fue palpable en la elección de un independiente para la precandidatura a la intendencia de Asunción.

Enrique Enriquito Riera, joven abogado con viejas ambiciones políticas, venció con facilidad a sus rivales en las urnas. Claro que todavía está por verse cuánta maniobrabilidad tendrá la nueva jefatura del partido, que deberá complacer a la vieja guardia y a la oposición dentro de su propio seno.

El gran espíritu de civismo con el que participó más de un 55% de los afiliados colorados -en unas elecciones que resultaron terriblemente tediosas y mal organizadas, con un tiempo medio de espera para votar de hora y media- demostró que el coloradismo ha logrado superar los días del mbareté (caciquismo).

Atrás quedaron los días en que los dirigentes partidarios, entonces marionetas del general Alfredo Stroessner, hacían y deshacían a su antojo, emulando la tiranía del régimen, pisoteando los derechos de quien se les pusiera enfrente.

Si alguien supo aprovechar la última década de transición democrática, ése parece haber sido el Partido Colorado.

La brisa refrescante alcanzó incluso a los seguidores del general Oviedo, que se limitaron a participar ordenadamente en los comicios presentando a sus mejores candidatos.

La perseverancia de la UNACE, aún bajo la voz de mando de la polémica Raquel de Oviedo, más conocida como La Leona Herida , le valió un confortable 30% de los votos, según los primeros resultados parciales. Esto confirma el peso que todavía tiene el movimiento que se consolida como una de las principales bases del partido.

El regreso del oviedismo a la casa paterna (en las elecciones para vicepresidente de octubre del año pasado, el general exiliado dio la orden de votar por el candidato de la oposición) fue similar a la vuelta del hijo pródigo. El ejercicio conjunto demostró que el sentimiento de camaradería y la noción de pertenencia a un grupo aún son muy fuertes.

Eficiencia

La eficiencia demostrada por el aparato partidario hizo a más de uno preguntarse por qué no se aplican estos principios en el Gobierno. Este fenómeno es explicado por el analista político paraguayo Carlos Martini como una esquizofrenia endémica de la agrupación política que se preocupa más por hacer oposición desde el poder. Es algo que el partido deberá aprender a superar, ya que es un defecto verdaderamente grave que le ha impedido tomar las riendas del poder para sacar al país del borde del abismo.

Sobre este punto, Nicanor Duarte Frutos ha sido claro: continuará su crítica moderada pero estricta al actual Gobierno, que -asimismo, en opinión de Martini- sufre de una suerte de autismo que le impide captar la realidad.

Esto se debe a que Duarte Frutos se juega también la presidencial para el año 2003 y obviamente no le conviene verse asociado a un Ejecutivo caracterizado por su incompetencia y su predisposición para caer en el ridículo con escándalos de corrupción inadmisibles (el automóvil BMW presidencial y los fondos robados del Banco Central son sólo dos de los casos).

Frente a una oposición totalmente desorientada y sin figuras de liderazgo, el Partido Colorado deberá aprender a asumir su responsabilidad para regir el destino de la nación y no limitarse a lo que ha sido hasta ahora, una enorme maquinaria de ganar elecciones para delinquir.

Un nuevo líder sin compromisos con el pasado

Nicanor Duarte Frutos, el nuevo hombre del Partido Colorado, de 45 años, pertenece, según él mismo explicó a una nueva generación de dirigentes, que no tiene compromisos con el pasado. Está casado y tiene cinco hijos. De profesión abogado, cuenta con una licenciatura en filosofía y una maestría en ciencias políticas.

Fue ministro de Educación y Cultura desde 1993 a 1997 y nuevamente desde 1999 hasta recientemente. Antes, se dedicó al periodismo (1981 a 1991) en un diario de la capital. Fue profesor de sociología y ética de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional en la carrera de periodismo.

Políticamente, Duarte Frutos mamó la ideología del Partido Colorado desde su nacimiento. Sus padres eran dirigentes colorados y él mismo se afilió a los 14 años, siguiendo la tradición de los colorados de pura cepa.

Fue miembro de la junta de Gobierno del partido y precandidato a la vicepresidencia del país en 1997. Pertenece al Movimiento de Reconciliación Colorada fundado por el finado Luis María Argaña y él mismo lo designó como su heredero político, lo que explica el rechazo que los hijos carnales del ex vicepresidente despertaron en los afiliados del partido, que terminaron traicionando a su formación política en los comicios para remplazar a Argaña.

Duarte Frutos tiene en sus manos la dirección del partido que lleva más años en el poder en el mundo (desde 1947). Ha prometido modernizar y "moralizar" su agrupación política con un estilo democrático y participativo. "Es la cultura política que debemos fomentar. No queremos hacer una conducción excluyente, estamos dispuestos a dialogar con todos los sectores", dijo Duarte Frutos.

Él mismo reconoce que ha tenido que derribar varias barreras para llegar hasta donde está. La más reciente fue un intento del sector tradicionalista de impedir su candidatura en la última convención partidaria, que Duarte Frutos sorteó con facilidad.

Afirma ser dueño de sus actos: "No soy tembiguái [recadero] de nadie". "El pueblo me apoya porque está cansado de autoridades enclenques".

Critica al presidente de Paraguay, Luis Ángel González Macchi, por no tener carácter para la conducción del país y promete ser implacable con el Gobierno.

El nuevo hombre del Partido Colorado paraguayo tendrá que dirigir una agrupación política con corrientes muy dispares. Por un lado está el sector tradicionalista, con mucho arraigo, que se opone a grandes transformaciones y no muy dispuesto a compartir el poder. Por otro está la corriente del oviedismo, que dejó de ser la "trituradora" que prometía pero que aun así conservó un 30% de los votos.

Duarte Frutos se muestra partidario del regreso del general Lino Oviedo para que se enfrente a la justicia en el país; "si es culpable, que pague como manda la ley", dijo recientemente.

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