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Entrevista:Wakil Ahmad Muttawakil | Ministro de Asuntos Exteriores del régimen talibán

'Las mujeres están destinadas a cuidar de sus hogares'

El jefe de la diplomacia de Afganistán ofrece en la entrevista concedida a EL PAÍS un discurso presentable para Occidente y defiende que hombres y mujeres deben ser 'igualmente educados', para lo que concede que 'los dos sexos son seres humanos'

Ángeles Espinosa

Da la impresión de no ser tan fiero el león como lo pintan. Wakil Ahmad Muttawakil, el ministro de Asuntos Exteriores del régimen de los talibán, se muestra cordial y parece bastante consciente de la necesidad de proyectar una imagen de moderación. Los talibán son la milicia de rigoristas islámicos que en 1996 tomaron Kabul y hoy controlan el 90% de Afganistán. Sea por auténtica convicción (se habla de distintos grados de radicalismo dentro del Gobierno) o por la situación de emergencia humanitaria que vive el país, Muttawakil ofrece un discurso presentable para Occidente: defiende que 'ambos sexos deben ser igualmente educados' y evita un lenguaje demasiado duro hacia Estados Unidos, el país cuyo reconocimiento buscan con ahínco los talibán.

'No lamento la destrucción de los Budas de Bamiyán. Tenemos derecho a hacer lo que nos parezca con nuestro patrimonio cultural'

Pero los afganos son un pueblo orgulloso y Muttawakil, clérigo como el resto de la cúpula dirigente, subraya su independencia y justifica en su carácter soberano la destrucción de los Budas gigantes de Bamiyán. Muttawakil recibe a EL PAÍS en la antesala de su despacho, decorada con sobriedad en un estilo años setenta, y aunque, en estricta interpretación de su fe, no da la mano a la periodista, sí que mira a los ojos durante la conversación.

Pregunta. Los afganos llevan sufriendo 22 años de guerra. Ahora que el Gobierno de los talibán controla la mayor parte del país, ¿cuáles son sus proyectos para mejorar las condiciones de vida de la población?

Respuesta. Nuestra prioridad número uno es restablecer la ley y el orden, y unificar la totalidad del territorio de Afganistán. En segundo lugar, reactivar el sistema educativo que constituye la columna vertebral para poner en marcha las infraestructuras que el país necesita y que está interrumpido desde hace 20 años. A continuación, nos concentraremos en los proyectos de rehabilitación y reconstrucción con el fin de dotar de esas infraestructuras a las zonas más afectadas por la crisis económica.

P. Cuando habla de reactivar el sistema educativo, ¿incluye también a las niñas?

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R. Sí, porque los dos sexos son seres humanos y tienen grandes responsabilidades, además de su vida espiritual. Así que ambos deben ser igualmente educados. Ahora bien, les daremos una educación que esté de acuerdo con los principios del islam y con nuestras tradiciones, lo que significa que no habrá coeducación y que las mujeres tendrán que observar el purdah [cubrirse de acuerdo con el islam]. En nuestra estructura social, las mujeres no están destinadas a trabajos duros como conducir camiones, sino principalmente a cuidar de sus hogares de acuerdo con la observancia de los principios islámicos y las tradiciones locales. Pero en cuanto a la educación, las mujeres deben poder recibir educación gratuita e incluso educación superior.

P. ¿Cuál está siendo el impacto de las sanciones internacionales aprobadas el pasado enero?

R. Están teniendo un efecto verdaderamente negativo en la gente y ese sistema no ha tenido éxito en ninguna otra parte del mundo. No entiendo cómo pueden pensar que las sanciones van a afectar a las autoridades y no al ciudadano de a pie. Poco después de que se aprobaran, el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, advirtió contra los efectos negativos de esta medida. Sin embargo, otros responsables dijeron que no tendrían efectos sobre la población civil.

P. ¿Puede citar algunos ejemplos concretos?

R. Los 1.500 afganos que están en prisiones de diferentes países del Golfo [Pérsico]. Se trata de ciudadanos de Afganistán, gente pobre que ha ido en busca de trabajo, a veces con documentos falsos, y quieren regresar, pero como no existe una vía directa, eso prolonga su tiempo de cárcel. Antes podíamos enviar aviones de Arianna [la compañía de bandera afgana] para traerlos de vuelta. Nuestros funcionarios de las áreas humanitarias como salud, vivienda, etcétera, tampoco pueden viajar, por la misma razón. Ahora, cualquier viaje exige trasladarse a los países vecinos, lo que duplica o triplica el tiempo necesario. Las medicinas también venían en nuestros aviones. Seguimos recibiéndolas, pero en menor cantidad y con retraso, lo que ha causado la muerte de algunos enfermos. Y nuestros aviones, que son de la marca Boeing, han dejado de pasar las revisiones obligatorias, lo que hace peligroso viajar en ellos [siguen funcionando los vuelos interiores]. La congelación de cuentas bancarias en el exterior ha dejado a muchas familias sin el dinero que solían enviarles sus familiares que trabajan en el extranjero.

P. ¿Cómo valora la asistencia de las agencias de la ONU y las ONG que trabajan aquí?

R. Lamento decir esto, pero, en primer lugar, el volumen de asistencia no es suficiente. Los países extranjeros vinculan los problemas humanitarios y los políticos. E incluso si dispone de fondos, los costes de funcionamiento son tan elevados que es poco lo que llega a los necesitados. Aun así, es mejor que nada, porque existe una gran necesidad. Apreciamos y respetamos a los que están trabajando aquí y nos sentimos responsables de su seguridad.

P. ¿Atraviesan sus relaciones con Pakistán alguna dificultad a causa de su rechazo a admitir más refugiados?

R. En Pakistán viven unos dos millones de refugiados afganos. El problema es que tienen algunas diferencias con ACNUR respecto a quiénes consideran refugiados, porque para ellos no vale con que hayan cruzado la frontera, y si no les considera como tales ACNUR no puede asistirles. Esperamos que cambie la terminología. De todas maneras, los refugiados y los desplazados internos no sólo lo son por razones de seguridad, también hay una migración económica. El coste de asistirles en sus lugares de origen es comparativamente pequeño, pero una vez que se desplazan cuesta el doble o el triple. Nuestra única petición a Pakistán es que no maltrate a los refugiados que ya están allí.

P. Antes de venir a Afganistán he visitado el campamento de Jalozai, donde 70.000 afganos sobreviven en condiciones muy difíciles. Pakistán se niega a registrarlos como refugiados y quieren cerrar el campo para junio. ¿Podrán volver a sus casas?

R. Pueden volver siempre que reciban ayuda para reinstalarse dentro del país. En mi opinión, una vez que han cruzado la frontera deberían aceptarlos como refugiados, y si tienen problemas, que cierren la frontera.

P. Su Gobierno lleva prácticamente cinco años buscando el reconocimiento internacional. ¿A qué se debe que no lo obtenga?

R. Hay tres razones. La primera, la presencia de canales diplomáticos de la oposición de la Alianza del Norte a los que escuchan la mayoría de los países occidentales. Así, reciben una información distorsionada de esos representantes. En segundo lugar, algunos países occidentales están predispuestos en contra de las autoridades del Emirato Islámico de Afganistán y nos acusan a nosotros de estar en su contra. Sólo nos reconocen los tres países que usted ya sabe. En tercer lugar, las superpotencias que dominan la estructura de la ONU, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, bloquean cualquier intento de reconocimiento por parte de otros países.

P. ¿No cree usted que incidentes como la reciente destrucción de los Budas gigantes de Bamiyán también difunden una mala imagen de su Gobierno?

R. En nuestra opinión, sólo prueba que [dichos países] utilizan este incidente como pretexto, porque con anterioridad no habían dado ningún paso hacia el reconocimiento y después tampoco ha cambiado nada. La situación sigue siendo la misma. Nos siguen reconociendo los mismos tres países. En el mundo hay tres grandes religiones, el islam, el cristianismo y el judaísmo. Incidentes como esté no sólo se han producido en el islam, sino también en las otras religiones, por ejemplo cuando Abraham mandó destruir las estatuas (sic). Se trata de la herencia histórica del pueblo de Afganistán. Antes de la llegada del islam, el budismo era la religión predominante. Desearíamos haber sido cristianos en vez de budistas. Incluso la Unesco reconoció que era nuestro patrimonio cultural. Así que tenemos derecho a hacer lo que nos parezca.

P. Entonces, ¿no lamenta usted la pérdida de ese patrimonio cultural?

R. No.

P. Una de las exigencias de Washington para tratar con su Gobierno es la entrega de Osama Bin Laden. ¿Existe alguna posibilidad de que ustedes permitan su juicio en Estados Unidos?

R. Deseamos que la Administración de Bush considere las tres propuestas que le hemos hecho llegar. La anterior Administración exageró el caso Bin Laden e hizo un monstruo de él. Ahora esperamos que acepten una de las propuestas. Somos un país independiente, no uno de los Estados de EE UU. Depende de ellos. El problema es que no nos tratan como un Gobierno legal y no nos respetan.

P. ¿Cuáles son esas tres propuestas?

R. Que presenten sus acusaciones contra Bin Laden en los tribunales islámicos de Afganistán para que, si hay motivos, sea juzgado de acuerdo con la sharia; que remitan el caso a la Organización de la Conferencia Islámica; o que nos sometan el caso a los ulemas de tres países islámicos: Afganistán, Arabia Saudí y un tercero de su elección para que le juzguen.

P. EE UU les acusa de respaldar el terrorismo internacional.

R. Son ellos los mayores terroristas internacionales. Atacaron Afganistán con misiles antes incluso de juzgar a Bin Laden, provocando la muerte de 70 inocentes. Y no sólo tienen problemas con nosotros, también con Japón, China y otros países amantes de la paz. Históricamente, los afganos han sido un pueblo amante de la libertad y nunca han aceptado el Gobierno de ninguna potencia extranjera. Tampoco hemos invadido nosotros a nuestros vecinos. A principios del siglo XX fue el Imperio Británico el que nos atacó, y al final de ese siglo, la Unión Soviética. Combatimos por nuestra supervivencia y nuestra soberanía. Incluso hoy, las potencias extranjeras siguen metiéndose en nuestros asuntos y alentando a nuestra gente, a la oposición, a que luche contra nosotros dentro del país. Y dado que los deseos de un hombre pobre nunca se superponen a los de un rico que controla los medios de comunicación, nos culpan a nosotros de todo lo que sucede.

P. ¿A qué potencias se refiere?

R. Rusia, Irán, Tayikistán, India y Francia.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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