_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Error.Horror

A estas alturas, la real perplejidad ya se habrá percatado del patinazo, y el real escribidor de discursos tan herrados, como el corcel del conquistador, ocultará, su ignorancia o su falacia bajo los viejos y no tan viejos documentos, archivos y testimonios: de los cronistas de Indias al decreto de la Nueva Planta, por ejemplo, hay mucha tela que cortar y mucho desmán que contar. El castellano que es una hermosa lengua, no fue, sin embargo, para demasiados pueblos de aquí y de ultramar, un paraíso de encuentros y convivencia, sino una pica, una espada, un arma de sometimiento y humillación. Pero no se condena una lengua. Se condena a quien la usó y engatilló, como un instrumento de dominio y expansión, y la denigró en nombre de la gloria imperial.

A estas alturas, el presidente del ejecutivo ya se habrá apeado de sus arrebatos, de su facundia, de su mimo patético, tras el fracaso de su gabinete en las negociaciones con el gobierno marroquí, dejando una fuente de incertidumbres a los pescadores. Y qué fogueo de amenazas, a quienes ha suministrado dineros y armamento, no para mejorar las condiciones del pueblo, sino de un régimen despótico y feudal. Aunque, inmerso en la complicidad, no ha tenido ni el más leve reproche por la infamia que se perpetra sistemáticamente con otro pueblo, que resiste en la barricada de la dignidad, de la razón y del derecho: el pueblo saharaui.

A estas alturas, el jefe de nuestra diplomacia ya habrá contemplado, por entre la lacia guedeja que crece en su incompetencia, los cadáveres de dos niños palestinos destripados por los guerreros de la ira de un Israel de vindictas; esto es, la carne de la inocencia, marcada por un terrorismo, que les imputó, con frivolidad, inmolada ahora por un terrorismo de Estado, que dirige el flamígero Ariel, con ferocidad.

A estas alturas, entre la torpeza y la sorpresa, ya se han escuchado balbucientes excusas, pretextos y evasivas. Días de enredos y errores. Errores que nos han devuelto horrores del pasado y del presente. Pero la historia concluye midiendo, con pies iguales, las testas coronadas y las testas vacantes. Pero qué incordio, con la historia cojonera esa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_