La industria del diamante prepara una certificación mundial que evite el tráfico ilegal a partir de 2001
Bruselas ha acogido durante tres días una primera conferencia mundial que debe concluir en noviembre con un sistema global de certificación aceptado por la ONU que evite el tráfico ilegal y la financiación de guerrillas como la angoleña Unita. Los casi 40 países implicados, la industria y las ONG esperan presentar en noviembre, en Botsuana, un sistema creíble que empiece a funcionar a principios del año próximo.
Los embargos decretados por Naciones Unidas para quebrar las fuentes financieras de guerras civiles y mafias internacionales movió a Sierra Leona y a Angola a instituir sus propios sistemas de certificación. Hoy, sólo estos dos países y Bélgica, cuya industria del diamante emplea a 30.000 personas y supone el 1,5% del PIB, disponen de una herramientas parecida. La semana pasada, al término de una decisiva reunión de Bruselas, se anunció el compromiso de Congo de instaurar un sistema similar y el interés de otros países en unirse al grupo.
El anuncio del Congo coincide con la publicación en la prensa de aquel país de una información que asegura que, tras el asesinato del presidente Laurent Kabila, en enero pasado, está la concesión de exclusividad que éste otorgó a la empresa israelí Idi Diamonds; una afrenta que la industria sólo podía lavar con sangre. De hecho, su hijo y sucesor, Joseph Kabila, ha revocado inmediatamente tal exclusividad.
Un informe de los servicios secretos belgas acaba de desvelar las estrechas relaciones existentes entre el comercio de diamantes y la guerrilla Unita, la mafia rusa y las organizaciones radicales libanesas como Amal o Hezbolá, además de con otras redes de tráfico de drogas y blanqueo de dinero.
Las primeras propuestas barajadas en Bruselas se refieren a certificados homologados muy similares a los billetes de uso legal para dificultar al máximo las falsificaciones. Los reunidos saben que el sistema puede generar una red paralela de certificados falsos, de ahí que estén previstas complejas fórmulas de certificación y de la posibilidad de instaurar una autoridad mundial que controle el sistema. Esta autoridad, a juicio del representante belga Peter Saverys, que deberá estar relacionada o tutelada por la ONU.
El presidente de la reunión, el surafricano Thibeki Ramontja, asegura que la tarea emprendida, bautizada como proceso de Kemberley, es extremadamente difícil, porque la única manera de que sea efectiva es que se sumen todos los implicados en el mercado del diamante en bruto: productores, importadores y exportadores. Aunque también hay que contar con los principales mercados de diamantes pulidos (Bélgica, Holanda, India, Israel y EE UU).
Los productores más importantes se encuentran en el sur de África (con más de la mitad de la producción mundial), donde destacan Suráfrica, República Democrática del Congo y Sierra Leona. El comercio mundial está controlado, fundamentalmente, por la empresa surafricana De Beers.
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