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Campo de pruebas para la política

El panorama sindical vive marcado por la ruptura de ELA y LAB y el distanciamiento entre CC OO y UGT

Un veterano sindicalista vasco repite a quien le quiera oír que las centrales han resultado ser el campo de pruebas de la política en Euskadi. Toda afirmación conlleva una discrepancia y más en el País Vasco. Sin embargo, sí es cierto que el papel que los sindicatos juegan en la comunidad autónoma ha estado muy marcado por lo que de política tiene su acción, un campo donde muchas veces han sido vanguardia. La tradición habla de dos bloques: uno abertzale (ELA y LAB) y otro constitucionalista (Comisiones Obreras y UGT).

Encontrar una fotografía en la que figuren los secretarios generales de los cuatro principales sindicatos vascos es tarea casi imposible. Durante años se ha evitado esa imagen conjunta. Pero las respectivas fotos fijas UGT-CC OO y ELA-LAB están cambiando. Los objetivos políticos de cada parte no han cambiado en esencia, pero sí las respectivas estrategias.

Pese a los últimos movimientos, la distancia entre los dos bloques, el nacionalista y el constitucionalista, sigue siendo enorme
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José Elorrieta, secretario general de ELA, sindicato mayoritario en Euskadi con un 40% de la representatividad, es el padre de la idea de considerar 'muerto' el Estatuto de Gernika en un acto en octubre de 1998 y uno de los motores del pacto de Lizarra. Su primera opción es 'el ámbito vasco de decisión' y para lograrlo cerró en 1994, cuando aún estaba vigente el pacto de Ajuria Enea y el aislamiento del entorno político de ETA era una realidad, un acuerdo de unidad de acción con LAB, el sindicato de la izquierda abertzale, con un 15% de representatividad.

Pero ELA no ha podido aguantar mucho tiempo la presión que supuso la ruptura de la tregua de ETA y la vuelta de la banda a la senda del crimen. En su último congreso, en diciembre pasado, se hacía un llamamiento a encontrar 'el mínimo común denominador' entre los nacionalistas. La unidad de acción con LAB se empezaba a cuestionar. El PNV, que se había embarcado en la línea soberanista defendida por Elorrieta y los suyos, rompía las relaciones con EH mientras ésta no condenase la violencia. ELA se estaba quedando aislada. Daba igual que se compartieran el objetivo soberanista con LAB y que se dijera que el 'actual marco jurídico no es democrático'.

A la presión interna ELA tenía que sumar la internacional. La gota final fue el documento por las libertades en Euskadi firmado con las principales centrales francesas por Comisiones y UGT con el apoyo de la CES (Confederación Europea de Sindicatos). A este pacto se sumó el apoyo de LAB a la huelga general por la 'soberanía' convocada por EH el 10 de abril. Finalmente, hace cinco días se rompía la baraja. ELA confirmaba lo que ya habían adelantado dirigentes de LAB: que por vez primera desde 1994 celebraría el Primero de Mayo en solitario. Pero iba incluso más allá y daba por rota la unidad de acción. En la escenificación de la ruptura, Elorrieta puso como excusa de su decisión la falta de acuerdo en la negociación colectiva. Tenía una coartada perfecta: el convenio sectorial del Metal en Vizcaya y Guipúzcoa, firmado con el apoyo de todos los sindicatos menos ellos.

La brecha social en Euskadi y las dificultades de la aventura política han llevado a ELA a buscar refugio en el sindicalismo puro. De hecho, un mes antes de anunciar la ruptura ya lanzó un guante a las centrales no nacionalistas para trabajar de forma conjunta contra la reforma laboral del Gobierno del PP y convocar una huelga general en su oposición.

Pero la división nacionalista no es la única novedad en el panorama sindical vasco. Las relaciones entre UGT y CC OO se han visto empañadas también por el documento por la libertades. La dirección de Comisiones en Euskadi se desmarcó públicamente del acuerdo sin previa discusión interna en la ejecutiva. Desde Madrid, José María Fidalgo, secretario general de la central, exigió hace ya más de 15 días a Josu Onaindi, el máximo dirigente en Euskadi una rectificación que aún no se ha producido. Y es que la actual CC OO vasca piensa que debe centrarse en el sindicalismo sin más, superar el frentismo y abandonar las veleidades políticas. Su último congreso, en junio de 2000, supuso la derrota de Santiago Bengoa y de una actuación de la que era parte nuclear su meridiano compromiso público con las libertades.

Pese a todo, Comsiones (17% de representatividad) y UGT (no llega al 14%) sí van a celebrar el 1 de Mayo de la mano. No hay ruptura, pese a que el sector crítico de Comisiones en Euskadi considera que se ha dejado sola a UGT en la lucha por la libertad.

Esta situación no impide a Carlos Trevilla, secretario general de UGT Euskadi, mantener un discreto silencio sobre CCOO y decir: 'Si la mayoría absoluta del PP se ejerce a base de decretos y hay recesiones en el terreno social y laboral, no va a quedar más remedio que una unidad de acción a palos'.

En cualquier caso, la distancia entre sindicatos no nacionalistas y nacionalistas sigue siendo enorme. Las elecciones del 13 de mayo van a tener, sin duda, como resalta un importante dirigente empresarial, una repercusión directa en la relación de fuerzas sindicales. El poder de ELA deriva en gran parte de su representatividad en la Administración vasca donde, según fuentes empresariales, pertenecer a un sindicato nacionalista era mejor que militar en uno constitucionalista.

Manifestación conjunta de ELA y LAB en Bilbao el pasado 1 de mayo.
Manifestación conjunta de ELA y LAB en Bilbao el pasado 1 de mayo.LUIS ALBERTO GARCÍA

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