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Reportaje:

Temporeros portugueses malviven en el campo de Huelva

La recolección de fresas en Huelva se llena de espinas

La denuncia de un colectivo de trabajadores ecuatorianos contra la empresa Doñana 2000 ha sacado a la luz pública la situación terrible en la que viven muchos de los inmigrantes que trabajan en la recogida de la fresa en los campos de Huelva. Pero la situación dista de ser nueva. En un pinar cercano a Rociana del Condado, se ha levantado un campamento improvisado donde viven alrededor de un centenar de familias, casi todas ellas portuguesas, aunque también hay algunos lituanos y letones. Lino asegura que lleva diez años acudiendo a la campaña de la fresa a Huelva. Su alojamiento es una especie de tienda de campaña hecha con telas y palos en la que vive junto a su esposa y sus cuatro hijos.

Entre un revuelo de chiquillos de ropas sucias y churretones en la cara, su primo Paolo y un gigante pelirrojo llamado Julio narran cómo se sobrevive en ese campamento que ocupan durante cerca de seis meses al año.

Por supuesto, en el bosquecillo no hay luz ni agua potable ni ningún de aseo o retrete más que el campo. 'Mi mujer tiene miedo que un día le muerda un lobo el culo', bromea uno de los portugueses con una sonrisa llena de dientes postizos baratos. Ante cualquier urgencia sanitaria deberían recorrer algunos kilómetros en coche hasta llegar al médico en Rociana.

Según aseguran estos trabajadores, llevan acampando de esta manera varios años. Algunos vienen a plantar en octubre, pero lo más normal es que lleguen en enero y se vayan al comienzo del verano. Durante todo ese tiempo, viven prácticamente al raso con sus familias haga sol, llueva (que este año lo ha hecho y mucho) o truene.

Pocos metros más allá hay un vertedero incontrolado de plástico agrícola que en algunas zonas cubre hasta la mitad de los pinos alrededor de los cuales han tirado toneladas de antiguas cubiertas de invernadero.

El escándalo de la noticia ha servido al menos para que el de ayer fuera día de pago en las fincas de Doñana 2000. Los trabajadores recibieron ayer el salario de la primera quincena de este mes. Cada uno de ellos cobra 4.500 pesetas por una jornada de seis horas de trabajo, casi todas ellas agachados sobre las matas de fresa. Sin embargo, según asegura CC OO, los 30 trabajadores que presentaron la denuncia que concluyó en el demoledor expediente de la Inspección de Trabajo, no han cobrado aún. De hecho, no trabajan ya en la finca.

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En los seis barracones que criticaba la inspección ahora tan sólo viven alrededor de una decena de personas, casi todas ellas de origen marroquí. También está un matrimonio lituano en una tienda de campaña. Los otros, o bien se quedan en una pensión del pueblo, por la que pagan 700 pesetas por noche, o, como hacen los ecuatorianos Javier y Miguel, se van a Sevilla donde han alquilado un piso con sus mujeres. Ayer estaban todos un poco más contentos con el bolsillo lleno. Eso sí, cuando suena la palabra papeles, se acabó la conversación.

La situación de los inmigrantes es la cara marchita de la boyante agricultura en Andalucía. Los progresos técnicos han conseguido hacer verdaderos vergeles generadores de riqueza de tierras que antes sólo eran conocidas por su pobreza. Pero en todo este avance también hay carencias e improvisaciones que pagan los más desvalidos.

Los agricultores piden y necesitan a los temporeros extranjeros, pero una vez que estos terminan de trabajar, muchos de los empresarios se lavan las manos. La falta de vivienda digna es uno de los principales y más graves problemas. Un estudio de CC OO asegura que sólo en la provincia de Huelva se necesitan viviendas para aproximadamente 20.000 temporeros.

Muchos ayuntamientos, entre ellos los de Huelva, han pedido ayuda ante una injusta situación que cualquier día puede desembocar en un grave problema. Así, en enero, la Junta de Andalucía y el Gobierno central consensuaron un decreto para la promoción de viviendas para temporeros en 42 municipios de Andalucía. El plazo de las solicitudes de las ayudas está aún abierto.

Temporeros y sus familias en un campamento en Rociana del Condado, sin agua potable ni servicios de ningún tipo.
Temporeros y sus familias en un campamento en Rociana del Condado, sin agua potable ni servicios de ningún tipo.LOGAN

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