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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paseo militar

El Plan Hidrológico Nacional (PHN) ha pasado por el Congreso sin romperse ni mancharse. El debate parlamentario no ha aportado nada que no estuviera convenido con Convergència i Unió (CiU) y Coalición Canaria (CC), los dos grupos afines a la mayoría gubernamental que han dado su apoyo al proyecto. A falta de su travesía por el Senado, donde es improbable que sufra modificación alguna, el proyecto de PHN ha entrado en la recta final de su aprobación definitiva.

Resultó profética la confidencia del ministro Arias Cañete a un grupo de agricultores murcianos de que la tramitación parlamentaria del PHN sería 'un paseo militar'. El resultado estaba tan cantado que el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas -responsable oficial del proyecto-, consideró irrelevante asistir al debate, salvo en el momento de votar. Al Gobierno hay que reconocerle una dosis de mano izquierda para conseguir que su proyecto salga adelante con algo más que el aval de su mayoría absoluta. Ha dado a unos y a otros -a sus aliados de CiU y CC, pero también a las autonomías gobernadas por el PSOE- lo que querían, aunque se desconoce en qué redundará, en una política racional del agua a largo plazo, ese reparto del pastel.

El Gobierno ha maniobrado para mantener el trasvase de 1.050 hectómetros cúbicos del Ebro con la simple promesa de no cerrar la posible sustitución en el futuro de una parte de ese trasvase con otras fuentes alternativas, como el Ródano o el Duero, y con el compromiso contante y sonante de unos 400.000 millones de pesetas adicionales a los previstos en el PHN para inversiones en Cataluña, en parte para la protección medioambiental del delta del Ebro. Convergència i Unió se ha dado por satisfecha con esa promesa y, sobre todo, con esas inversiones.

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Ayer mismo, y como uno de los logros de su Gobierno al cumplirse el primer año de la actual legislatura, Aznar presumió de 'coraje' por haber sido capaz de sacar adelante el Plan Hidrológico Nacional que pondrá fin a 'la fractura entre la España húmeda y la España seca'. No hay que ocultar la importancia política de contar con un plan, pero no cualquier plan, a cualquier precio y de cualquier manera. No, desde luego, rechazando de plano las 400 enmiendas presentadas por los grupos de la oposición.

Las políticas de largo alcance en cuestiones básicas como el agua no pueden mercadearse como ha hecho el Gobierno con su proyecto de PHN. Tampoco puede obviarse su coste económico, un requisito básico que el Gobierno ignora en su proyecto.

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