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El FMI rebaja el crecimiento económico de España al 2,9% por el deterioro mundial

El organismo multilateral pide al Gobierno de Aznar que flexibilice la negociación colectiva

Javier Moreno

Las más de 200 páginas del informe (World Economic Outlook) no sólo pasan revista cada seis meses a la situación de las principales potencias, con detalladas previsiones sobre crecimiento e inflación. También prestan una cuidadosa atención a los factores que, en su opinión, condicionan o limitan el desarrollo económico y que a veces ha resultado polémica, al ir más allá de las cifras económicas y entrar de lleno en la política.

Así, a los tradicionales llamamientos para facilitar el despido o reformar las pensiones, el FMI añadió ayer uno: España debe flexibilizar la negociación colectiva, un tema que Gobierno y sindicatos tienen previsto discutir en las próximas semanas, y que previsiblemente desatará un nuevo enfrentamiento tras la reforma laboral impuesta por decreto por el Ejecutivo de José María Aznar y el pacto de pensiones.

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En concreto, el texto del FMI asegura que 'en España, las prioridades son impulsar el trabajo a tiempo parcial, reducir los costos del despido para estimular el crecimiento del empleo, e incrementar la flexibilidad en la negociación colectiva'. El FMI es propiedad de los 183 países que lo forman, aunque por distribución de votos está controlado por los países industrializados, con Estados Unidos y la Unión Europea en cabeza.

Reproche a la UE

En la conferencia de prensa en la que presentó sus previsiones, Michael Mussa, el economista jefe del FMI, aseguró que los problemas por los que atraviesa Estados Unidos y las constantes caídas en los mercados bursátiles han ensombrecido notablemente el panorama, no sólo en la primera economía del mundo, sino también en la zona euro y Japón. Para hacer frente al peligro de recesión, 'la primera línea de defensa' debe ser el recorte de tipos de interés, una medida que el Banco Central Europeo (BCE), más preocupado por la inflación que de estimular el crecimiento, se negó ayer a seguir.

Esta decisión, que se supo en Washington poco antes de comenzar Mussa su conferencia de prensa, pareció irritar al economista-jefe del FMI, que en las últimas semanas se ha sumado al coro que pide al BCE un recorte de tipos para desactivar el peligro de una desaceleración. 'En la situación que estamos viviendo', declaró Mussa dejando la diplomacia para mejor ocasión, 'sería deseable que el banco central de la segunda mayor área económica del mundo fuese parte de la solución, en lugar de parte del problema'.

Las declaraciones del economista-jefe del FMI vienen a enrarecer el ambiente en el que el fin de semana este organismo y el Banco Mundial celebrarán sus tradicionales reuniones de primavera, y en el que, aprovechando su estancia en Washington, ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales de los siete países más industrializados (G-7) discutirán cómo paliar los efectos del brusco aterrizaje de la economía de Estados Unidos en el resto del planeta.

Antes que Mussa, ya el secretario del Tesoro estadounidense, Paul O'Neill, había declarado que no comprendía la seguridad de los europeos en que el parón económico de Estados Unidos no les afectase. Pedro Solbes, comisario de Asuntos Financieros de la Comisión Europea, le contestó rápido que los europeos conocen sus problemas mejor que los americanos.

Roces diplomáticos aparte, lo cierto es que las previsiones que ayer presentó el FMI resultan inquietantes. Estados Unidos vivirá el peor ejercicio económico de la última década, con un crecimiento de sólo el 1,5%, lejos del 5% conseguido el año pasado, y 1,7 puntos por debajo de la previsión del propio FMI en octubre pasado. Como consecuencia, el crecimiento mundial se quedará en el 3,2%, un punto menos que la última previsión, y la zona euro crecerá sólo un 2,4%, también un punto menos que en el informe de octubre pasado.

Todo ello si las cosas van bien, si los bancos centrales recortan más los tipos, si no se da un mayor descalabro en las bolsas y si las tres grandes divisas (dólar, yen y euro) no sufren bruscas e imprevistas devaluaciones o apreciaciones. En este caso, se puede confíar en que la 'crisis sea breve', esté liquidada a finales de año, y en 2002 Estados Unidos crezca a mejor ritmo (2,5%). Pero nadie está seguro de eso. 'Estas perspectivas siguen sujetas a una considerable incertidumbre', afirmó Mussa, 'y es perfectamente posible que suframos una desaceleración más profunda y prolongada'.

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