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VISTO / OÍDO
Columna
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Contraconferencia

Coincido con Guillermo de la Dehesa en que 'cientos o miles de manifestantes no pueden cambiar el curso de un proceso que está sostenido (...) por decisiones individuales de millones de agentes económicos en todo el mundo, pero sí pueden contrarrestar algunos de sus efectos más negativos'. Los millones de agentes no sé cifrarlos: dentro de los 6.000 millones de personas del globo no tienen valor democrático real. La globalización no existe: es una palabra que representa situaciones antiguas. El capitalismo, que tiene sede y armas en Washington cada vez con más fuerza y que acaba de nombrar a Bush, en forma de elección, para que ejerza esa antigua fuerza. Armada e intelectual.

La reunión de Quebec no era más que una formalidad: el final estaba decidido y preparado. Significa la continuidad de los latinos en el servicio de trabajo -y de paro- a los sajones, a Estados Unidos y a Canadá. La cláusula de la democracia que han de tener los países para pertenecer a este feliz mercado es una manera de excluir a Cuba, quizás al venezolano Chaves, y no sé si en el futuro al peruano Toledo, al que ya denuncia por tener una hija natural el hijo legítimo de Vargas Llosa, agente literario de Estados Unidos. Las veces que se pronuncian en España por la oficialidad las palabras libertad y democracia forman parte del sistema de 'una mentira repetida que se convierte en verdad' (la frase es de Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler). Puede que las manifestaciones contra la globalización que no existe, o contra el neoimperialismo que sí existe, sólo contrarresten los efectos 'más negativos', y dejen en vigor los 'menos negativos': en todo caso, muestran y suponen, no sin sacrificios -150 heridos en Quebec-, que existe un pensamiento divergente del único obligatorio. Les veremos en Barcelona, en la conferencia anual sobre desarrollo del Banco Mundial, del 25 al 27 de junio. Empezarán, dice su propaganda, el 17 de abril, Día Mundial de la Lucha Campesina; harán un 'correcalles' y talleres y conferencias hasta la 'contraconferencia'. Quizá, como dice De la Dehesa, puedan contrarrestar efectos más negativos del Banco Mundial. También arreciarán los artículos sobre la globalización: hay que leerlos como ejercicios de estilo: como los ateos leemos a los místicos por su surrealismo. La globalización tampoco existe.

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