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Reportaje:

Burgos retorna a la derecha

El PP está a punto de recuperar uno de sus bastiones, tras una breve etapa de alcalde socialista

Carlos E. Cué

'En Burgos gobernaba la derecha desde los tiempos del Cid', ironiza el alcalde socialista, Ángel Olivares, ex director general de la Policía. Si las previsiones se cumplen, la derecha, representada ahora por el PP, volverá pronto al poder gracias a una moción de censura. Con ella acabará una breve experiencia de gobierno de izquierda ensayada por tres partidos muy diferentes -PSOE, IU y Tierra Comunera- que se pusieron de acuerdo de forma acelerada para interrumpir la tradicional hegemonía del PP en esa ciudad castellana de casi 180.000 habitantes.

La historia política reciente de Burgos es un rosario de crisis y escándalos. El más sonado acabó en 1992 con la inhabilitación del veterano alcalde de la ciudad, José María Peña, que gobernaba desde 1979. Se le llamó el caso de la construcción y llevó al poderoso empresario Miguel Méndez Pozo a la cárcel y produjo un gran revuelo en la vida política de la ciudad.

A pesar de la crisis, el PP conquistó de nuevo la alcaldía en 1995. Pero la gestión de Valentín Niño, considerada desastrosa incluso desde el PP, llevó a este partido a perder votos de forma espectacular en 1999. Aunque se mantuvo como primer partido, bajó de 16 a 10 concejales, algo que en la noche electoral todos consideraron en el PP como una catástrofe.

'Pagamos los platos rotos de los que vinieron antes que nosotros', explica Ángel Ariznavarreta, cabeza de lista del PP en 1999 y próximo alcalde de la ciudad si triunfa la moción de censura. El candidato popular resalta que su equipo es el primero, desde 1979, formado íntegramente por 'gente del partido', lejos de 'experimentos' con personas como Peña, que militó en otras formaciones e incluso creó un partido propio. Ariznavarreta quiere además desvincularse de la imagen tradicional de la derecha: 'Hace mucho tiempo que Bugos dejó de ser tierra de curas y militares'.

Esa debilidad electoral de los populares fue aprovechada por las tres formaciones de izquierdas para formar un gobierno municipal. El pacto, según el análisis de Luis Marcos, secretario general de Tierra Comunera, que es quien lo ha roto, se hizo 'demasiado deprisa, sin compromisos claros'. Y las dinámicas internas de enfrentamiento de este grupo con el alcalde han hecho el resto. Marcos reconoce que el suyo es un partido reciente que no tiene la experiencia necesaria para aguantar esas 'presiones' y situaciones de crisis que conlleva un acuerdo entre partidos tan distintos.

Pero tal vez la clave de la crisis permanente la ofrece en parte el alcalde y, sobre todo, el polémico periodista Álvaro Baeza, eje fundamental, con sus dos concejales, de la posible moción de censura. El Partido Popular, dice Baeza y asume el alcalde, ha desarrollado una estrategia inteligente: como cualquier Ayuntamiento, Burgos depende para todos los proyectos importantes del apoyo del Gobierno autonómico y Ejecutivo central, los dos en manos del Partido Popular. 'Y le han ahogado económicamente'. Así, con proyectos que van quedando aparcados se alimentan las crisis internas. El más importante de ellos, o al menos el que más cita el alcalde, es el del Museo de la Evolución Humana. Tendría un coste de unos 10.000 millones de pesetas, está muy avanzado pero el Partido Popular no acaba de darle el empujón final. Se trata de aprovechar el gran hallazgo de Atapuerca para crear un museo que explique todo lo que se conoce sobre la evolución humana.

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Los populares no reconocen esta estrategia de acoso y derribo pero sí proclaman que la única manera de garantizar que los proyectos previstos para Burgos se lleven adelante es que triunfe la mocion de censura y que ellos, que tienen línea directa con quien toma las decisiones presupuestarias, asuman el poder y la alcaldía.

Esta estrategia por sí sola, admiten todos, no bastaría para derribar un gobierno municipal, ya que hay en España otros gobiernos municipales que no están desestabilizados, pero sirve para acrecentar la tensiones en una coalición de la que forma parte un partido, Tierra Comunera, poco habituado a las fricciones y problemas usuales cuando se comparte el poder. Los representantes de Tierra Comunera dicen que se han sentido ninguneados.

Burgos afronta de nuevo un periodo de inestabilidad política. Y ve repitirse algunos de los problemas que complicaron la vida en su día al Partido Popular, porque otra vez una fuerza minoritaria y localista condiciona de forma decisiva las responsabilidades de gobierno de fuerzas con mucha mayor implantación territorial.

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