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INTERNACIONAL

Philips vuelve a tirar de tijera

El grupo holandés anuncia 7.000 despidos y su previsible retorno a los 'números rojos' tras el drástico saneamiento de hace tres años

Parte de los trabajadores de la fábrica de teléfonos móviles que Philips tiene en la localidad francesa de Le Mans está en su casa y de brazos cruzados. A falta de trabajo, la compañía les ha dado un 'permiso temporal' a la espera de que aumenten los pedidos o que, de alguna manera, cambien las cosas. La situación da una clara imagen del momento por el que atraviesa el gigante de la electrónica. Esta semana, su director financiero, Jan Hommers, no ahorró en alarmantes adjetivos como 'horrible' o 'dramático' para calificar los resultados del grupo en el primer trimestre. El mayor agujero por el que Philips hace agua es Comunicación de Consumo Philips (PCC), la filial que fabrica teléfonos móviles. La mayor competencia y una caída de la demanda en Europa le ha deparado 118 millones de euros en rojo, frente a los 24 millones de beneficios del mismo periodo en 2000.

Tampoco corren buenos tiempos para la división de Componentes, que ha pasado de ganar 100 millones de euros a perder 77 en el primer trimestre debido a que la venta de reproductores de CD para ordenadores y la de pantallas cayó entre enero y marzo un 10%. Ambas divisiones -Componentes y Electrónica de Consumo- han sido las principales responsables de que el beneficio neto de la multinacional descendiera de 1.114 millones de euros a 106 millones y el volumen de negocios cayera un 1%.

Un mal rumbo

Pero no es sólo la caída, sino el rumbo que está tomando el mercado lo que más preocupa a Philips. 'La velocidad de este giro a la baja es impresionante', dijo Hommers, que, adelantándose a los malos tiempos, no dudó en anunciar una reducción de su fuerza laboral de entre 6.000 y 7.000 trabajadores.

Con 220.000 empleados en el mundo, Philips considera necesaria la reestructuración para hacer frente al retroceso de la economía en EE UU, que se empieza a dejar sentir en Europa y es responsable de esa caída de las ventas y de una creciente erosión de los precios.

Incluso la gran ganadora de los últimos años, la división de Semiconductores, empieza a acusar el descenso de la demanda de chips, y Alumbrado, Aparatos Domésticos y Sistemas Médicos -los otros tres pilares sobre los que se apoya la multinacional- no tienen suficiente peso en la balanza para salvar los resultados de este año.

Aunque la empresa no ha concretado ni los países ni las fábricas que van a verse afectados por los despidos -el plan se presentará en próximos meses-, todo apunta a que, para empezar, la filial de móviles se pondrá a la venta, y a que se cerrarán o trasladarán a países más baratos otras plantas de producción.

La salida del túnel no se avista a corto plazo. 'No hay indicios que nos permitan creer que la economía vaya a mejorar pronto en EE UU', dijeron sus responsables para justificar los recortes de plantilla y adelantar que, previsiblemente, el próximo trimestre -por primera vez en tres años- la empresa entrará en números rojos.

Una situación que ya casi se había olvidado en la multinacional desde que hace cinco años Cor Boonstra tomó las riendas y, adoptando la máxima de 'sanear o vender', se libró de todo lo que no le producía dinero para concentrarse en las que llamó 'actividades centrales'. El presidente que endureció la agresiva política de reorganización de su predecesor, Jan Timmers, dejó reducidos los 412.000 trabajadores que la multinacional tenía en los años setenta, a poco menos de la mitad.

Cuestión de moral

A las dificultades por las que atraviesa Philips hay que sumar las dudas sobre la moralidad de su presidente, Cor Boonstra, que el 30 de abril traspasará las riendas de la empresa a Gerard Kleisterlee. El ministerio fiscal investiga si Boonstra hizo uso de información privilegiada en la compra de acciones de la empresa Endemol que adquirió Telefónica en marzo de 2000 por 5.500 millones de euros. Poco antes de que se hiciera pública la oferta, las acciones de Endemol valían 124 euros; Telefónica las pagó a 158 euros. Boonstra ordenó comprar un paquete de acciones, cuya cuantía se desconoce, poco antes del 18 de marzo, cuando la española hizo la oferta concreta. Su nombre no aparece directamente involucrado, pero su compañera sentimental, una conocida empresaria, Sylvia Tóth, era en aquella época también miembro del consejo de administración de Endemol.

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