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HUGO BÁNZER | PRESIDENTE DE BOLIVIA

'El Ejército está convencido de que la democracia hay que sostenerla'

Cada vez que en la Plaza Murillo de La Paz hay una concentración cívica suena el himno boliviano. Cualquiera que sea el motivo. Mientras los celebrantes depositan las coronas de flores, todos los ciudadanos que se encuentran en el cuadrilátero que incluye a la catedral y el Congreso Nacional, se quedan inmóviles hasta que deja de oírse la última nota musical. En el otro gran edificio colonial del lugar, el Palacio Quemado, sede central del Gobierno, el presidente de la República apenas puede escuchar los cohetes que se lanzan junto a la fachada principal (aunque sean de protesta), pues su despacho se encara a los deteriorados tejados de un malcuidado centro de la Sede de Gobierno, que no capital, pues ésta sigue estando a varios centenares de kilómetros, en Sucre.

Junto a un original mapa, algo deteriorado, de Bolivia cuando el país aún acariciaba las aguas del Pacífico, este general de 75 años de edad, que llegó por primera vez a la política en 1964 como ministro de Educación por la vía del derrocamiento armado, inicia la recta final de su gestión, tras ganar democráticamente unos comicios en 1997. Gobierna coligado con sus eternos enemigos de la izquierda a la que persiguió. Hugo Bánzer Suárez (Concepción, departamento de Santa Cruz, 1926) asegura que Bolivia pronto saldrá de la crisis; que tiene riquezas naturales que lo van a permitir; que ahora es necesaria la ayuda internacional; que ha cumplido los deberes de estabilidad y lucha contra el narcotráfico y que sus otrora proclives a las asonadas compañeros de armas, hoy son los primeros en defender la democracia. Nada dado a conceder entrevistas, mantuvo, sin embargo, un diálogo sin restricciones y durante más de una hora el pasado jueves con EL PAÍS.

Pregunta. En enero de 1978, el corresponsal para América Latina de este diario le entrevistaba en medio de un ambiente social de crispación y con unas elecciones legislativas en el horizonte. Hoy, el panorama sigue revuelto, aunque por motivos menos políticos y más como consecuencia de la crisis económica, la ausencia de empleo y con un proceso electoral el próximo año, que desde ya está enconando el diálogo político interno. Parece como si Bolivia estuviera metida permanentemente en un pozo sin posibilidad de salir.

Respuesta. Bolivia no está en un pozo de ninguna manera. Bolivia es un país con muy buenas perspectivas económicas que van a incidir en el cambio de forma de vida de los bolivianos, en su calidad de vida a no muy largo plazo. Simplemente, tiene que pensar que en el entorno geográfico en el que Bolivia vive los problemas son similares y muchos de ellos mucho más agudos que los que estamos pasando aquí, donde hay democracia y hay estabilidad económica. Hay, también, una deuda acumulada de muchísimos años y que no ha sido posible ir pagándola. Eso no quiere decir que no estemos haciendo todos los esfuerzos posibles por ir poco a poco saldando esa deuda social. Por supuesto que de aquí a 23 años atrás el país ha cambiado mucho. Yo quiero recordarle a usted que hace 23 o 25 años había lo que se llamaba la guerra fría entre EE UU y la Unión Soviética, y allá se producían los discursos, los pactos, los acuerdos de no agresión. Pero estas dos potencias buscaban fervientemente el dominio territorial y etiológico en otra parte del mundo y la guerra fría allá, se volvía caliente acá. Allá ponían los discursos; nosotros poníamos los muertos. Desde entonces, el país ha cambiado muchísimo. Era otro país, que había que gobernar de otra manera. En esa época, casi todas las Fuerzas Armadas, no sólo de Bolivia, sino de los países suramericanos, tuvieron que intervenir, porque había un vacío político por la pugna de las superpotencias. Había nueve Gobiernos militares en América Latina, pero no era porque nos habíamos puesto de acuerdo: de ninguna manera, ni nos conocíamos, pero el área atravesaba una etapa crítica en busca de ese dominio territorial y etiológico. Eso ha cambiado definitivamente. Eso me permite ver con claridad el pasado, estar en el presente y proyectar el futuro. En aquella época no había una conciencia del beneficio que da la democracia con todas las imperfecciones.

P. Usted dice que el país no está en el pozo. Cuando Bolivia comenzó a formarse era muy rica en plata; más tarde, en la era republicana, lo fue en estaño, actualmente es muy rica en gas; sin embargo, ni la plata ni el estaño parecen haberle dejado en la bonanza que este país podría merecer por tener tales recursos naturales. ¿Le va a pasar a Bolivia lo mismo cuando acabe la era del gas? ¿Seguirá siendo uno de los países más pobres de la región?

R. Lo que pasa es que en la época del predominio de la minería de la que vivía el país, en realidad todo se iba para afuera, prácticamente todo lo que quedaba aquí eran unos impuestos que no permitían el desarrollo del país; sin embargo, con esos recursos se hizo lo que hay en Bolivia, las carreteras. Ahora, con el descubrimiento de los hidrocarburos particularmente, hemos aprendido la lección y un caso claro es Santa Cruz, donde aparecieron primero los hidrocarburos. Santa Cruz sembró petróleo y ha producido agricultura, por eso aparece como el departamento con la mejor actividad económica en el país. De manera que ya conocemos la lección, ya sabemos qué hacer con los recursos. De la época de la minería que hablábamos hemos pasado a la época del hidrocarburo, y ése es el futuro. Ésa es la semilla que Dios nos ha puesto aquí para que sembremos el progreso y luchemos contra la pobreza.

P. La situación actual de empleo precario y falta de recursos económicos está llevando a movilizaciones sociales casi permanentes y se anuncian unas muy radicales, similares a las que paralizaron el país en abril y septiembre pasados, para las próximas semanas.

R. Es un conflicto generado en compromisos que fueron contraídos por el Gobierno con actores sociales, hemos ido estudiándolos y tenemos un alto porcentaje de esos compromisos ya solucionados. Ya quedan muy pocos, que esperamos solucionar sobre la base de nuestra filosofía de gobierno, que es diálogo y concertación y no precisamente enfrentamiento. Creemos firmemente que vamos a encontrar la solución. Nos falta poco. Le están haciendo un verdadero daño al país, cuando hay voluntad y decisión del Gobierno para dialogar y concertar.

P. Pero la situación, lejos de mejorar, ha empeorado notablemente con la retirada de la circulación de cientos de miles de dólares que servirían como ese “capital fresco” que usted reclama para generar riqueza.

R. Evidentemente, el Plan Dignidad que hicimos para sacar al país del circuito del narcotráfico nos ha sacado de la circulación... Unos dicen 300 millones (de dólares), otros dicen 500... provenientes de la droga. Pero los sacamos de la circulación. El reorganizar e institucionalizar la aduana (en referencia a las denuncias de corrupción del departamento), lo mismo, nos ha quitado una cantidad de recursos que el contrabando producía, y por eso es que hay un alto índice de desocupación y parece que el país fuera más pobre. Pero repito la llamada permanente a la comunidad internacional a que esta responsabilidad sea compartida, como siempre se declaró en los foros. Nosotros ya estamos muy agradecidos de los aplausos, por todas partes nos ponen como ejemplo, pero ahora necesitamos que ese aplauso se convierta en una ayuda efectiva: en mercados, en recurso, en inversiones.

P. ¿Cuál es la situación de las Fuerzas Armadas bolivianas? ¿Cree usted que ya no tienen tentaciones de volver a ocupar el poder, por la fuerza?

R. Yo soy un viejo soldado y conozco a las Fuerzas Armadas, porque desde que entré no tuve altibajos, nunca tuve problemas de ascenso, comandé las unidades militares que me correspondían, de manera que yo las conozco bien. Actualmente, las Fuerzas Armadas están plenamente convencidas de que la democracia hay que sostenerla, se lo puedo garantizar, no sólo como viejo soldado, sino como gobernante del país, de que la democracia hay que sostenerla y de que la Constitución hay que respetarla. Puedo asegurarle, además, que no existe el menor riesgo de que los militares puedan tener algunas tentaciones fácticas. Sin equivocarme, puedo asegurar que las Fuerzas Armadas son una de las instituciones que más apoyan el sistema democrático.

P. ¿Qué mensaje lanza a la comunidad internacional para que desaparezcan ciertas reticencias para atraer inversión a este país?

R. Lo primero, les queremos decir que éste es un país con seguridad jurídica. Hay muchos bolivianos que no están de acuerdo con la capitalización (privatización), en pasar de un modelo a otro, pero aquí ninguna empresa capitalizada puede quejarse de inseguridad jurídica. Número dos: hay riqueza potencial, existe. Se la podemos mostrar. Tercero: es un país hospitalario. Los que vienen aquí a invertir y se quedan una temporada no se olvidan nunca de Bolivia, porque somos hospitalarios. De manera que ése es el mensaje: hay riqueza; se necesita dinero y tecnología.

P. ¿Cómo calificaría en este contexto internacional las relaciones con España?

R. La primera visita que tuve aquí como presidente de la República fue del presidente José María Aznar; después vino la Reina de España, después vinieron los Reyes. Eso es una muestra de interés de las autoridades y majestades españolas por Bolivia y por supuesto los hemos tratado bien. Estoy tramitando un crédito español que creo que va a salir para comprar 250 tractores agrícolas. Pretendo regalarlos a los 250 municipios más pobres, de manera que esa alcaldía lo mantenga y lo alquile por el precio de operación a los campesinos. De manera que al campesino que hace el trabajo de una semana con un buey o un arado, ese tractor se lo haga en una hora a un precio mínimo. Esa relación es, pues, tan buena que estoy seguro de ese crédito, por un compromiso casi personal del presidente Aznar en la Cumbre Iberoamericana de Panamá.

P. España es uno de los países que más inmigración latinoamericana recibe en este momento; simultáneamente, también ha comenzado a poner barreras al ingreso de extranjeros. Usted, como presidente de uno de los países que también exporta mano de obra, ¿qué opinión tiene sobre esas condiciones a la extranjería en España?

R. Quiero decirles que estoy informado de que se ha dado una ley de inmigrante, no la conozco en su contexto, pero tengo referencias de ella y creo que es buena porque establece derechos y deberes; me parece que está bien que el que vaya lo haga regularmente. Porque hay trabajo en España. Se calcula que va a necesitar 200.000 personas anualmente. Hay 7.000 bolivianos. El problema no es muy grave para nosotros, estoy seguro de que dada la magnífica relación, de alguna manera vamos a arreglar el problema. Pero creo que la ley es buena, lo que hay que hacer es evitar que estas mafias que se organizan en el mundo se lleven a incautos bolivianos o de cualquier parte, ofreciéndoles lo que no les van a dar. Para eso la ley es buena. Lo que va a pasar es que ahora los bolivianos están de ida. Va a ver que dentro de pocos años de allá se van a venir otra vez los bolivianos; ya sucedió una vez y van a volver aquí, porque va a haber trabajo para ellos.

P. Hace 23 años, en la entrevista con EL PAÍS, con cuyo recuerdo empezamos este diálogo, usted decía: “Cuando los militares llegamos al poder es muy difícil abandonarlo”. Usted está, por imperativo legal, en su último año de mandato. ¿Qué va a hacer al día siguiente de que haya un nuevo presidente constitucional en Bolivia?

R. Abandonar el Gobierno como manda la Constitución. El 6 de agosto, a las cuatro de la tarde, voy a dejar de ser presidente consciente de que no voy a volver a serlo. Porque no voy a ser candidato y porque pesan también las decisiones de las personas. Me voy a ir a mi casa, voy a darme más tiempo de estar con mi familia. Yo, fuera de mi carrera militar, siempre he sido una especie de miniempresario; mi padre nos dejó una formación agropecuaria, fundamentalmente ganadera, y desde hace muchos años que yo me dedico a eso. Compro ganado tierno y vendo en la Chiquitania (oeste boliviano). En una propiedad que tengo lo engordo, lo vendo y gano, de manera que voy a seguir haciendo eso. Pero la política yo la tengo metida muy adentro, de manera que voy a seguir en el escenario con toda seguridad, yo soy presidente fundador de mi partido, soy presidente vitalicio, no quiere decir que voy a ser jefe en ejercicio, pero estoy ligado a la Acción Democrática Nacionalista, una especie de criatura mía, y no la voy a abandonar hasta que me lleven al cementerio, de manera que voy a estar con los adenistas siempre, cuidándolos, orientándolos, y el que requiera un consejo puede recurrir a mí, que se lo voy a dar.

LA RAZÓN (BOLIVIA)

Cocaína cero, la cara y la cruz

Pregunta. A la hora de hacer el balance de su gestión, está el hecho de sacar al país del circuito del narcotráfico. Cumplida casi en su totalidad la campaña de erradicación, ¿cuáles cree que son los efectos económicos que dejó a Bolivia esta decisión?

Respuesta. Yo creo que una vez que nos libremos de esta lacra hay que sostener esto, y ése es un esfuerzo que nos toca, porque el país lo ha decidido. Yo tuve la iniciativa, mi Gobierno propuso el debate y el pueblo ha apoyado esta decisión sabiendo las consecuencias. Lo primero que hay que hacer es sostenerlo con desarrollo alternativo, con educación, prevención y con control. Luego esas tareas hay que seguir estimulándolas, y para eso vamos a seguir insistiendo en la responsabilidad compartida, de manera que esto no se corte rápidamente. Cuando se termine la última planta de coca ilegal eso no se acaba y hay que seguir diciéndolo en los escenarios internacionales.

P. El Plan Dignidad se está aplicando para acabar con el narcotráfico y con las consecuencias de corrupción que lleva ese negocio negro. ¿No cree usted que sería necesario hacer otro Plan Dignidad contra la corrupción, contra esa lacra que queda como costumbre en el día a día de la Administración, en la calle?

R. Existe ese Plan Dignidad. Yo he vivido en este país desde hace 75 años y el elemento que mayor corrupción produce en el país es el narcotráfico. Ese dinero fácilmente ganado. Ese dinero iba a corromper autoridades, jueces, y no nos hemos dado cuenta de eso. Es el grueso de la corrupción que hemos disminuido al mínimo, porque ahora no se está produciendo la droga que se producía antes y ese dinero ya no está disponible. La corrupción se manifestaba en todo sentido, no había persona que no estuviera en eso. Si usted iba a cualquier negocio a comprar una heladera no sabía si estaba dentro del lavado de dinero o era proveniente del narcotráfico; consiguientemente estábamos formando parte de la corrupción y no nos dábamos cuenta. En el Plan Dignidad no hay una cosa específica. He estado tentado a poner un ministro que luche contra la corrupción, he vivido mucho tiempo, he leído mucho, he visto la historia de Bolivia y no he visto ningún Gobierno que por indicios, sin pruebas, hubiera obligado a un ministro de Gabinete a renunciar; y eso ha sucedido en mi Gobierno. Y donde encontramos indicio pues actuamos.

P.

¿No tiene usted la sensación de que pese a haber

cumplido los deberes en materia de estabilidad económica y de lucha contra el narcotráfico, Bolivia es un poco olvidada en el plano internacional? ¿En las reuniones con sus colegas presidenciales?

R. No, yo no tengo queja de eso. Allá cuando va el presidente de la República va al mismo nivel que el presidente Bush, Clinto... Allá, todos somos presidentes de poblaciones chicas, ricas, pobres o grandes, pero... en el caso particular, le repito, saben qué es Bolivia, qué está haciendo Bolivia, y yo estoy orgulloso de eso.

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