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Reportaje:

La lenta y silenciosa alternativa al despido

750.000 empleados son víctimas en España del 'acoso moral' en el trabajo, una estrategia intimidatoria muy extendida en la Administración pública

Luz llevaba diez años trabajando como secretaria de alta dirección. Entonces hubo un cambio de jefa, y la nueva fue relegándola poco a poco de sus funciones. En paralelo, las compañeras comenzaron a eludirla en las conversaciones y a las horas de comer. En un clima de desdén, no faltaron los apodos que aludían incluso a su defecto físico al andar. A los cuatro meses, Luz se había quedado sin ocupaciones y había perdido la comunicación con su entorno.

Nunca obtuvo explicaciones por parte de su jefa. Por el contrario, fue recriminada como culpable de su extraña actitud. Con síntomas de abatimiento, insomnio, pérdida de memoria y accesos de llanto incontrolados, Luz recurrió a un psicólogo. Fue diagnosticada de estrés postraumático (propio de las personas que han vivido una gran catástrofe, violación o graves accidentes) y dada de baja. A los nueve meses consiguió un despido improcedente visto que su puesto había sido ocupado por otra. Hoy, tres años después, Luz no se ha recuperado y dice sentirse incapaz de trabajar como secretaria. Tiene 37 años.

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Luz es una víctima de lo que se ha dado en llamar 'acoso moral en el trabajo'. Los británicos lo denominan mobbing (algo así como 'acoso colectivo') y los norteamericanos bullying (intimidación). También hay quien lo llama psicoterror. El fenómeno no es ninguna rareza: 13 millones de trabajadores de Finlandia, Reino Unido, Países Bajos, Suecia, Bélgica, Portugal, Italia y España han sido víctimas de él en el último año, según la Tercera encuesta europea sobre condiciones de trabajo 2000, publicada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La cifra corresponde a una media del 9% de los asalariados en los países consultados y supone un millón más que en la misma encuesta de 1995.

En España, el mobbing afecta a 750.000 trabajadores (un 5% de los asalarados), según una encuesta de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo, basada en 21.500 entrevistas.

El fenómeno comenzó a estudiarse a principios de los ochenta por el psicólogo alemán afincado en Suecia Heinz Leymann, fallecido en 1999. La táctica, propia de los países ricos, consiste en ir desgastando psicológicamente al empleado hasta conseguir que se autoexcluya. Se trata de una técnica de intimidación propia de empresas que no quieren o no pueden proceder al despido (la Administración pública tiene el mayor número de casos) por la cual el hostigador utiliza su cargo superior para ir arrinconando y aislando al trabajador elegido hasta acabar por inutilizarlo, después de un lento proceso de desgaste del que, a diferencia del acoso sexual o la violencia física, no quedan huellas aparentes.

La víctima, que según los psicólogos queda sumida en la confusión porque se ve como culpable o responsable -'Algo hago mal, no sirvo para nada...'- va deteriorándose profesional y psicológicamente hasta perder su capacidad de autoestima: primer paso para caer, en algunos casos y cuando la situación se prolonga por encima de los seis meses, en la depresión, enfermedades psicosomáticas (úlceras de duodeno, crisis cardiacas, algunos psicólogos hablan hasta de determinados tipos de cáncer relacionados con el estrés mantenido), el insomnio, el alcoholismo e incluso el suicidio.

Iñaki Piñuel, psicólogo del trabajo en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) y autor del libro Mobbing: cómo sobrevivir al psicoterror laboral (editorial Sal Terrae), que verá la luz en estos días, apunta que, en España, es un fenómeno 'tan extendido como poco conocido' y destaca que lo más importante es que el afectado se conciencie de su papel de víctima y recupere la autoestima.

Autoestima que no ha recuperado Manuel, ingeniero de telecomunicaciones de 29 años. Pasó de ser un brillante responsable de proyectos de desarrollo a trabajar durante 18 y 20 horas al día para poder cumplir con complicados proyectos con plazos imposibles para los que no le asignaban recursos humanos y a los que después no se les daba salida. Tuvo que soportar motes -'pitagorín, Einstein...'- y mofas de sus compañeros en las reuniones.

Pasaron los días y Manuel empezó a acercarse al alcohol, rechazado por su novia, harta de no verle. El médico le diagnosticó estrés, insomnio y ansiedad. Manuel acabó siendo relevado de los proyectos a raíz de los rumores de sus compañeros que afirmaban que se iba a ir a otra compañía con información robada.

Cuando Manuel consiguió cambiar de empresa, su antiguo jefe se puso en contacto con la nueva y le acusó de robo de planos. Manuel no superó el periodo de prueba y fue despedido. Cuatro años después, sigue sin trabajo aquejado de un síndrome de fatiga crónica que le impide cualquier actividad laboral.

La mayoría de los acosados callan por miedo a ser sojuzgados por los compañeros y a que llegue su palabra a oídos de sus superiores, comenta la psiquiatra francesa Marie France Hirigoyen en la segunda parte de su libro El acoso moral. El maltrato patológico en la vida cotidiana (Paidós).

Hirigoyen, que subraya que el fenómeno se da principalmente en centros mal organizados, aconseja todo lo contrario: 'Buscar ayuda en el seno de la empresa', bien acudiendo al médico de la misma, bien al comité de trabajadores. Heinz Leyman sugiere que lo mejor es cambiar de empresa. 'En las sociedades altamente industrializadas de Occidente', dice Leyman, 'el lugar de trabajo es el único campo de batalla que queda donde la gente puede matar a otro sin correr el riesgo de enfrentarse a los tribunales'.

El catedrático de psicología de la Universidad Complutense José María Prieto previene para que no se caiga en 'el victimismo'. Experto en programas de optimización de recursos humanos, Prieto sabe cómo evitar el mobbing dentro de las empresas, aunque la mayoría de ellas no reconocen que el fenómeno se produzca en la propia. Prieto identifica los casos de mobbing y los divide en dos, los recuperables y los que precisan tratamiento psicológico.

Los primeros suelen tener posibilidades de cambio de departamento con la colaboración de 'un padrino potencial' y suelen aceptar el cambio; los segundos, poco numerosos, o no los quiere nadie o no están dispuestos a moverse de su puesto habitual.

El acoso moral en el trabajo es especialmente frecuente en la Administración pública.
El acoso moral en el trabajo es especialmente frecuente en la Administración pública.ULY MARTÍN

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