'No estoy en contra de la clonación reproductiva humana'
Doctor en Derecho y doctor en Medicina, además de un listado de méritos recogido en un currículo de 50 páginas con letra no apta para hipermétropes, Carlos Romeo ocupa desde hace ocho años la Cátedra de Derecho y Genoma Humano ubicada en Bilbao, la primera en el mundo y la única existente en España. Este zaragozano de 49 años está al frente de una iniciativa nacida por el impulso de la Universidad del País Vasco (UPV), la Universidad de Deusto, la Fundación BBVA y la Diputación de Vizcaya. Con todo a punto para la celebración en el campus de Sarriko el 25 y 26 de abril de las VIII Jornadas de Derecho y Genoma Humano, Romeo reflexiona sobre el vastísimo campo abierto tras los avances en las investigaciones sobre el genoma y se muestra partidario de la utilización en el futuro de la clonación humana reproductiva, eso sí, en casos muy limitados.
'La ciencia, los científicos, las empresas, no pueden imponer sus criterios a la sociedad'
Pregunta. ¿El Derecho debe regular la aplicación de las investigaciones sobre el genoma o proteger de sus resultados?
Respuesta. Ni lo uno ni lo otro. Como cualquier otra actividad que tiene una proyección social, debe regular el marco de la investigación y debe proteger a las personas frente a los abusos que pueda haber de la utilización de los resultados de esas investigaciones.
P. Un médico italiano aseguró a principios de año que realizaría en breve la primera clonación humana. ¿Puede hacerlo?
R. Materialmente, no va a poder hacerlo, ahora no. ¿Va a poder hacerlo por no tener otro tipo de obstáculos? Pues sí. En Italia no está prohibida la clonación humana reproductiva. No hay ninguna ley que regule estos temas a causa de las diferencias entre el poder civil y la Iglesia.
P. ¿Qué opina sobre la clonación humana?
R. Yo no estoy en contra de la clonación reproductiva humana. He formado parte de un grupo de expertos que emitió un informe en 1999 en el que se señalaba que en el futuro podía utilizarse la clonación como técnica de reproducción asistida, pero limitada a dos casos: cuando hay infertilidad en la pareja y para evitar la transmisión de enfermedades hereditarias a los hijos. Todas las demás tonterías que se dicen; que si servirá para recuperar al hijo muerto, para prolongar la vida de uno mismo... Todo eso es falso.
P. ¿En qué estado se halla la legislación sobre la clonación?
R. Antes de que sucediera lo de la oveja Dolly en 1997, que fue un punto de inflexión muy importante, muy pocos países tenían legislación sobre clonación. Uno de ellos era España, que fue de los primeros en prohibirlo, primero en 1988 como sanción administrativa y en 1995 como delito. Desde el año 1997, hay varios países que han legislado sobre la clonación. Además, habría que tener en cuenta dos textos de carácter internacional: la Declaración Universal de la Unesco sobre Genoma Humano y Derechos Humanos de 1997 fue suscrita por 187 Estados. Hay otro texto con rango de tratado del Consejo de Europa sobre Derechos Humanos y Medicina redactado en 1997, en el que se incluyó en 1998 la prohibición de la clonación.
P. A su juicio, ¿ciencia y legislación deben avanzar al mismo ritmo?
R. Lo que suele ocurrir es que el derecho va detrás de la realidad social. Pero, en ocasiones, puede suceder, como es el caso de la biotecnología en general y la humana en particular, que se puede predecir lo que puede ocurrir. Ahí sí que se pueden tomar medidas preventivas. No obstante, también creo que el legislador debe ir despacio para no prohibir en exceso y debe ser capaz de revisar sus leyes al cabo de un tiempo.
P. ¿La ciencia debe acatar la ley?
R. La ciencia, los científicos, las empresas, como parte de la sociedad, no pueden imponer sus criterios a la sociedad. El científico, como cualquier otro grupo social, tiende a pensar que las leyes son un corsé que se les pone ahí porque piensan que todo lo que hacen es bueno. No es bueno ni malo, pero se ha comprobado hace muchos años que la ciencia no es neutral.
P. La investigación del genoma sin un desarrollo legislativo, ¿a qué llevaría?
R. La investigación en sí es adquisición de conocimiento, algo consustancial al ser humano, y no debe ser objeto de restricción alguna, a no ser que se utilicen medios contrarios a la persona. Ahora, ¿qué ocurre con el uso de ese conocimiento o de sus resultados? Aquí es donde sería necesaria una legislación.
P. El impacto de las nuevas tecnologías es igual o mayor que el que supuso la revolución industrial. ¿Habrá también una revolución genética?
R. Ambos van a suponer cambios radicales en la Humanidad. Si unimos las dos, podríamos hablar casi de una nueva era. Estamos hablando, por un lado, de información y de su acceso infinito, y, por otro, es conocer al ser humano en sus arcanos biológicos más ocultos.
P. ¿Qué es lo que ha aportado en esta vasta área de investigación la cátedra de Derecho y Genoma Humano?
R. Cuando se creó la cátedra, el objetivo de la Fundación BBV, que fue su promotora, fue que hubiera un foro permanente de estudio, de investigación y de reflexión sobre los aspectos jurídicos de las investigaciones del genoma humano. Eso es lo que hemos intentado hacer por distintos medios, tanto docentes, de investigación -se han leído ya cuatro tesis doctorales y se están preparando otras-, de reflexión, ahí entran los seminarios que organizamos, y de divulgación a través de artículos, una revista que publicamos y las jornadas que preparamos cada año.
P. ¿La cátedra es una referencia en Europa?
R. Aunque no soy yo quién debería decirlo, creo que sí. Nos llaman de todas partes. Hemos participado para asesorar a organismos internacionales como la Comisión Europea, el Consejo de Europa, la Organización Mundial de la Salud...
P. En los últimos meses, se ha producido un debate sobre los riesgos de quedarse descolgado de este campo ¿Cómo está España?
R. Tiene buenos y reconocidos equipos investigadores en el campo de la genética humana . Pero en lo que se refiere al proyecto del genoma humano como tal, no ha tenido ninguna participación.
P. La cátedra es fruto de la colaboración de la universidad privada y pública, ¿es esto algo habitual?
R. En España no es común y es importante sumar esfuerzos y voluntades. Aquí no es frecuente ni bien comprendido. Y debería serlo porque da buenos resultados.
P. La ciencia, su conocimiento, su divulgación, no está muy extendida entre la sociedad. ¿A qué cree que se debe?
R. Lo desconocido siempre da miedo, y la ciencia es para muchas personas una desconocida. También es verdad que muchos científicos no saben transmitir ese conocimiento. Creo que a la ciencia le hace falta una política de marketing.
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