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Retratos de desnudos realizados por 69 fotógrafos se exhiben en Sabadell

'El nu fotogràfic' incluye obras de Witkin, Doisneau, Brassaï y Saudek

Una práctica tan común como censurada: fotografiar cuerpos desnudos. Pero sean cuáles sean las circunstancias morales del observador y su percepción, de vergüenza o de libertad, lo cierto es que pocos han sido los fotógrafos que no hayan captado a lo largo de su vida cuerpos desnudos. Una muestra de lo que ha dado de sí la anatomía humana, sobre todo la femenina, es El nu fotogràfic. El desnudo es el único nexo en común que tienen las 69 fotografías que ha reunido la Fundación Caixa de Sabadell.

El origen del material son tres décadas de historia de los Rencontres Internationales de la Photographie de la ciudad de Arlés.

A partir de ahí, del desnudo, nada tiene que ver una fotografía con la otra, porque esta exposición, que puede visitarse hasta el próximo día 29, es un paseo por distintas épocas, desde la década de los treinta hasta los noventa, a través de los ojos de 69 fotógrafos de nacionalidades y estilos dispares En algunos casos el cuerpo es el máximo protagonista, en otras es tan sólo parte del decorado. Cuerpos enteros, partes de la anatomía femenina y figuras distorsionadas. Fotografías de una gran belleza plástica y decorados ridículos. Ojos que han captado un acontecimiento excepcional, puertas entreabiertas que dejan atisbar una escena intima, o escenarios meticulosamente calculados.

En su mayoría, anatomía femenina captada por reputados fotógrafos (Brassaï, Saudek, Witkin, Doisneau), salvo alguna excepción, como el autorretrato de Olivier Rebufa abrazado a una muñeca Barbie. En la exposición hay también una fotografía de Lucien Clergue, cuya obra más conocida es aquella en la que aparecen unos cuerpos desnudos sobre la playa.

Miradas más maliciosas, como la de Jacques-Henri Lartigue o Joël-Peter Witkin y su peculiar camino del calvario, una especie de tira cómica con una alta carga de erotismo, se mezclan en la exposición. También hay lugar para otra mirada, más bien curiosa y de tintes más periodísticos. Robert Doisneau logra, tras la espera, una instantánea que capta un momento excepcional: en un camerino conversan una bailarina y un hombre mayor, cuya mirada se desvía hacia el escote de su contertulia.

Hay otras insólitas, como la de Joan Fontcuberta, uno de los dos únicos catalanes representados en la selección, en la que un hombre, calzado con botines y con un sombrero de copa, toca el violín en medio de un decorado ridículo.

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