Retrato robot de un parado

Las mujeres jóvenes de entre 16 y 24 años, sin estudios y residentes en Andalucía o Extremadura conforman el colectivo con más probabilidad de estar en el paro en España. En el lado opuesto se sitúan los hombres de entre 45 y 54 años, cabezas de familia, con estudios de diplomatura y residentes en la comunidad balear. Son algunas de las principales conclusiones del estudio dirigido por el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona Josep Oliver y realizado por Manpower, que estudia los aspectos socioeconómicos más determinantes para hallarse en situación de desempleo. El informe toma como punto de partida 1986, fecha desde la que han aumentado las probabilidades de desempleo entre las mujeres. Además del sexo, Oliver ha analizado la edad, el nivel de estudios y la posición del individuo en la estructura familiar -cabeza de familia, cónyuge, hijo- entre los factores que determinan la probabilidad de que una persona esté en paro.

La mujer ha protagonizado la expansión del empleo, pero su situación relativa sigue empeorando

El oeste peninsular presenta, desde la década de los ochenta, mayor propensión al desempleo que otras regiones. Esta mala situación se ha acentuado en los últimos años, de manera que en la actualidad 'el diferencial en la probabilidad de paro entre un individuo de Andalucía y el de la comunidad en mejor situación, Baleares, se ha agrandado notablemente: era del 12,3% en 1986 y alcanzaba el 19,8% en 2000'.

Otro hecho destacable es que, a pesar de que la mujer ha sido quien ha protagonizado la expansión del empleo a lo largo del último periodo, su situación relativa sigue empeorando y la tasa de empleo con respecto a los hombres es cada vez más elevada. En sentido parecido han actuado las variables referidas a la situación familiar. En concreto, tanto los cónyuges como los hijos y las personas con otras relaciones de parentesco han visto deteriorarse su probabilidad de empleo en relación con el cabeza de familia.

Por lo que respecta a la edad, los mayores de 35 años tenían en 1986 probabilidades muy inferiores de desempleo respecto a los más jóvenes (alrededor del 20%). En 2000 se habían reducido hasta valores inferiores al 10%. Esto puede indicar que la inversión de la estructura demográfica hacia edades más avanzadas se ha producido con una cierta intensidad en el periodo analizado, lo que permite augurar, según Oliver, 'que el desempleo juvenil, que todavía es uno de los principales problemas del mercado de trabajo español, evolucionará favorablemente'. La causa es que las generaciones que entran en el mercado de trabajo son cada vez menos densas. Por el contrario, las más nutridas se sitúan en tramos de edad más avanzada y arrastran consigo un mayor volumen de desempleados. El informe también destaca que las personas con formación superior están en mejores condiciones de encontrar un empleo que aquellas que sólo han cursado estudios primarios o secundarios, aunque la Universidad ya no proporciona tantas ventajas como hace unos años.