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Columna
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Virus

Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, auguraba en el siglo pasado, hace apenas un lustro el escritor Rafael Sánchez Ferlosio. No se trata de ponerse en lo peor, como recomendaba Séneca, para ahorrarse disgustos. Tampoco de ejercer el pesimismo antropológico como una profesión remunerada. Pero todo nos hace sospechar que los augurios del autor de El Jarama no eran descabellados.

Uno toma el periódico y lee que la poliomielitis, que dejó cojitrancos a muchos ciudadanos españoles hace no demasiado, ha sido erradicada del planeta. Pero a cartón seguido uno se encuentra con la desolación de la quimera: dice Luc Montagnier, descubridor del virus del sida, que las enfermedades epidémicas como la fiebre aftosa o el mal de las vacas locas 'son consecuencia de la actividad de los humanos y por ello se espera que en el siglo XXI salgan a la luz nuevos virus más malignos y destructivos'.

Variar las relaciones entre los humanos y los animales tiene sus consecuencias, vino a decir Montagnier en el VI Congreso Nacional sobre sida celebrado en Valencia. Erradicar el sida, en todo caso, será mucho más fácil que erradicar la estupidez humana o combatir su galopante globalización. El hombre es algo más que esa pasión baldía de la que hablaban los existencialistas.

Lo peor no es que sea un lobo para el hombre, sino que sea un lobo para el lobo y para todo bicho semoviente. El arca de Noé amenaza naufragio. Hay sobrecarga de imbéciles morales. Una sentencia de la Sala Tercera de la Audiencia de Barcelona atenúa la pena a un violador porque la víctima tenía experiencia sexual. En un programa-concurso de televisión, un macarrilla vapulea a su novia y amenaza con 'pegarle dos yoyas' a otro concursante mientras los directivos de la cadena comulgan y hacen cuentas.

El virus se propaga y la vacuna sigue sin aparecer.

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