Destrucción de vida animal
Día tras día leemos noticias y presenciamos imágenes del sacrificio de cientos de miles de animales, sea por el temor al mal de las vacas locas, sea para frenar la fiebre aftosa. Escasas voces se han alzado lamentando tamaña destrucción de vida animal. Muerte que ya no se justifica desde el argumento de su utilidad alimentaria, sino en nombre de un principio de precaución que tan drásticamente se aplica ahora y que no se tuvo en cuenta cuando era pertinente, cuidando la alimentación de los animales.
Nuestra postura impasible ante el exterminio -a no ser por las pérdidas económicas que conlleva- choca con el pensamiento de intelectuales como Peter Singer o Jesús Mosterín que nos recuerdan que el respeto a la vida no debe acabar en los límites de nuestra especie. Sobre todo cuando ya nos ha sido desvelada nuestra cercanía genética a tantos otros mamíferos de los que ciertamente nos sigue separando, además de nuestro aspecto e inteligencia, una indiscutible capacidad para causar sufrimiento a todas las demás especies que pueblan el planeta, incluida la nuestra.-
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