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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Fiebre

Tengo 39 de fiebre y una gran hilera de pañuelos bordea mi cama; la razón es evidente: ayer noche, la habitual bajada de temperaturas que tiene lugar entre las cuatro y las cinco y media de la madrugada se manifestó incómodamente a lo largo y ancho de mis extremidades en la parada de autobuses de Campamento. Esperaba ansiosa el paso de un N-52 que debería haberme recogido a las cuatro y media, y a pesar de ver volar a dos de ellos por delante de mis narices, no pude subir a ninguno. Aquellos dos N-52 no pararon, se saltaron la parada, iban abarrotados.

Yo sé muy bien lo que es viajar en esos cacharros abarrotados, este adjetivo no describe un largo y turbulento viaje de pie, no, describe el habitual trayecto de los golpecitos de unas sudorosas frentes pegadas al enorme cristal delantero del aparato, los pisotones y el humano deseo de supervivencia experimentado con cada curva del camino. Y ante todo esto, una inocente propuesta, ¿sería una barbaridad exigirle al Servicio de Transportes Públicos de Madrid la ampliación de un par de unidades en el conjunto de automóviles destinados al transporte nocturno? Supongo que no lo sería si tuviese lugar el suceso de un terrible accidente tras un aparatoso frenazo en la carretera de Extremadura causa de numerosos muertos y heridos, tras el cual se celebrarían manifestaciones populares secundadas por numerosos colectivos. Por favor, prevengamos antes de curar.

Eso sí, hace unos cuantos días mi bolsillo comprobó notablemente la subida del precio del abono transportes y he de felicitar sinceramente el empleo que se le ha dado a esa parte de mi dinero, porque, la verdad, es de agradecer la instalación de esas inútiles pantallas de televisión que nos amenizan las esperas con grandes cantidades de publicidad saliendo a borbotones. Además, la imagen del metro de Madrid es ahora mucho más 'europea' y vanguardista; vamos, que nos quejamos de vicio.

Seguro que la respuesta a las injusticias que planteo en esta carta tiene mucho que ver con esos 'intereses económicos' que sirven siempre para justificar todas las que sufrimos habitualmente. Estoy harta de que se canjee nuestra condición de humanos por la de mercancías de cambio y creo que lo mínimo que podemos hacer es levantar un grito de protesta contra ello.-

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