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Reportaje:

AGRESIÓN A LA 'MAMMA'

Suena el telefonino de un cliente en una popular pizzería napolitana y la vecina de mesa escucha, involuntariamente, una conversación repleta de afecto y atenciones: Ciao, cara. Vengo con te la domenica. Figurati tesoro. Ciaio, ciao, mamma. Dicen las estadísticas que los italianos son los ciudadanos europeos que se mantienen más tiempo en el hogar paterno, dependientes de la familia, y, sobre todo, de la madre. Los hombres miden a cualquier hipotética novia con el metro metafórico de las virtudes maternas. La mamma, todo un mito en este país, vive sin embargo horas bajas. En menos de un mes se han consumado en diferentes partes de Italia, del Piamonte (noroeste) a Nápoles, pasando por Turín y terminando en Cerdeña, tres matricidios y dos han quedado por fortuna en meros intentos. El tupido entramado familiar italiano, verdadera espina dorsal del país, se tambalea, porque una suerte de temor desconocido hasta ahora empieza a extenderse. Criminólogos, sociólogos, psiquiatras y juristas no se ponen de acuerdo a la hora de señalar las causas de este nuevo mal que aflige a un país que en un par de decenios ha dado un salto económico gigantesco hasta colocarse en el pelotón de cabeza de Europa. Se respira un miedo nuevo, el de estar criando entre desatenciones afectivas y un bienestar económico desbordante a una generación de adolescentes que no manifiesta conflicto generacional alguno hasta que estalla en una reacción brutal de violencia.

En los últimos cinco años el número de asesinatos en familia ha aumentado en Italia un 100% con respecto a hace 20 años. Por no hablar de los delitos cometidos por chavales muy jóvenes, que se han incrementado en un 185% desde 1975. 'Son síntomas graves de una situación que se nos está escapando de las manos', dicen los expertos de toda índole. Datos que no parecían provocar especial psicosis, al menos hasta el 22 de febrero pasado, cuando en una tranquila y anodina ciudad de provincias del Piamonte (noroeste del país) dos adolescentes de 16 y 17 años, Erika y Omar, asesinaron a cuchilladas a la madre y al hermano menor de la chica.

Erika y Omar, dos chicos normales, con su círculo de amigos, sus familias encantadoras, su ropa de marca y sus telefoninos, una tarde deciden actuar. Provistos de guantes de goma y cuchillos de cocina, atacan a la madre de Erika y al hermano, de 12 años, en la casa familiar. Los forenses contarían más de noventa puñaladas entre los dos cadáveres, sin que después de decenas de interrogatorios, análisis y cábalas se haya llegado a descubrir un aspecto esencial de todo crimen: el móvil. Erika, la presunta matricida, es una chica de aspecto agradable, dócil y sin aparentes problemas familiares o sociales, y su caso ha desatado una ola de solidaridad anónima en Internet. Erika sei brava (Erika, eres grande), dicen muchos mensajes, y en la cárcel de menores de Milán, donde ha sido encerrada, la chica no ha dado muestras de desesperación: 'La vida es larga', ha dicho.

Con el alma encogida por un suceso aterrador, los italianos tuvieron que enfrentarse pocos días después a otro peligro añadido: el de la emulación. En un pueblecito a poca distancia de Novi Ligure, Barbara Barbero, de 18 años, intentó asesinar a su madre con la ayuda de su novio, Angelo Martinotti, de 19 años. Provisto de un descomunal cuchillo de cocina, el novio se lanzó sobre la mujer, de unos cincuenta años, que reaccionó con fiereza y logró escapar del agresor.

El inquietante flujo matricida llegó después al sur. El 23 de marzo, en un barrio de la periferia de Pompeya (Nápoles), un chaval de 16 años, Alessandro, asfixió a su madre mientras dormía, valiéndose de un cojín. El caso, sin embargo, entra en una lógica dramática que le distingue de los precedentes. Alessandro, obligado por las circunstancias (separación de los padres y continuas depresiones de la madre) a hacerse cargo de la familia, decidió una noche acabar con su madre y, quizás, suicidarse después. Cumplió el plan a medias y, tras asfixiar a la madre, se entregó a la policía. En el barrio de Alessandro todos hablan del chico con ternura: 'Era muy majo, no tenían que haberle dejado solo. La madre estaba enferma'. El matricida dejó una nota en la mesilla de noche: 'Tú tienes la culpa de todo'. Un reproche común en el seno familiar que en otras circunstancias no habría provocado más que una discusión.

La lista de matricidios no acaba aquí. El 28 de marzo un hombre de 37 años asesinó a golpes a su madre en Turin, y al día siguiente, en Oristano (Cerdeña) un chaval de 17 años intentó apuñalar a su madre, una viuda de 47, sin conseguirlo. ¿Qué ha cambiado en Italia para que los titulares de los periódicos goteen sangre materna por los cuatro costados? 'Ha cambiado la cualidad y la cantidad de las relaciones', consideran algunos expertos. 'Hay demasiados padres estupendos dedicados a ganar dinero que no ven jamás a los hijos'.En los últimos cinco años, el número de asesinatos en familia ha aumentado en Italia un 100%. 'Una situación que se nos está escapando de las manos'.

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