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EE UU acomete su reforma de la financiación de los partidos

Aunque la votación en el Senado haya sido aplazada hasta el lunes, la clase política de EE UU está en vísperas de realizar el harakiri del sistema con el que ha financiado mayoritariamente sus campañas electorales en las últimas dos décadas. Todo indica que el Senado aprobará el proyecto de ley presentado por el testarudo senador republicano John McCain para prohibir el llamado soft money, el dinero sin límites que empresas, sindicatos, grupos de presión y particulares entregan a los partidos políticos para que, en teoría, lo dediquen a sus 'gastos generales'.

Ese dinero, en la práctica, es el que financia buena parte de las costosísimas campañas de publicidad televisiva de los candidatos a la presidencia y al Congreso. En las elecciones del pasado año, el Partido Demócrata cosechó y gastó 243 millones de dólares en soft money, y el Partido Republicano, 244 millones de dólares.

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Los grupos que llevan años denunciando el corrupto sistema de financiación de la política estadounidense afirman que la ley de McCain, la reforma más ambiciosa desde la efectuada en 1974, tras el escándalo Watergate, es un gran paso en la buena dirección. 'No es la solución definitiva, pero es un torniquete para detener la hemorragia', dice Scott Harshbarger, de Common Cause. En la madrugada de ayer, el Senado dio muestra de que está listo para aprobar la reforma propuesta por McCain. Por 57 votos a favor y 43 en contra, la Cámara alta rechazó una propuesta para declarar inconstitucional toda la ley de McCain si algún día el Supremo dicta que parte de ella lo es.

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