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El Rey dice que los españoles acabarán con el terrorismo porque no doblegarán su voluntad

Rechaza a los que justifican la violencia amparándose en sus 'peculiaridades históricas'

El Rey trazó ayer en Washington un brillante balance de los 25 años de la democracia española, en el que sólo destacó negativamente 'la lacra del terrorismo'. Al recibir la Medalla Internacional de la Democracia, que dedicó al 'pueblo español, verdadero merecedor', según dijo, del galardón, don Juan Carlos quiso, sin embargo, dar 'un mensaje de esperanza'. 'Puedo asegurarles', dijo, 'que aunque puedan los terroristas traernos más dolor, ese dolor acabará, porque no conseguirán doblegar la firme voluntad de los españoles'.

Don Juan Carlos hizo estas manifestaciones la tarde del miércoles, madrugada de ayer en España, en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), próxima a la Casa Blanca, que fue el lugar elegido por el Centro para la Democracia para imponerle la medalla ya citada. El Centro es una organización en la que cooperan los dos partidos de Estados Unidos, el republicano y el demócrata, y que tuvo un papel relevante como impulsor de las transiciones democráticas de países como Filipinas, los de Centroamérica o Rusia durante los años ochenta. Con anterioridad al Rey, recibieron su medalla la ex presidenta filipina Cory Aquino, el ex presidente argentino Raúl Alfonsín y el ruso Borís Yeltsin.

César Gaviria, el presidente de la OEA, que glosó la figura del Rey, destacó el papel desempeñado por éste, 'con gran riesgo personal', en los sucesos del 23-F y en la consolidación de la democracia española. Don Juan Carlos tendió a atribuir todo el mérito a los ciudadanos de España, pero reafirmó que sus propias convicciones democráticas fueron siempre genuinas. Se presentó al auditorio como 'el Rey constitucional de una vieja nación' y evocó problemas durante su formación bajo el régimen de Franco. 'Intuí desde mis años de juventud, no exentos de incertidumbres y dificultades', dijo, 'que mi servicio a la patria no podría realizarse fuera de un marco en el que las libertades de los españoles, mis compatriotas, estuvieran plenamente garantizadas en un orden democrático'. 'Supe desde muy temprano', precisó, 'que la monarquía que yo encarno debería convertirse en un punto de encuentro y reconciliación de todo mi pueblo'.

Con esas premisas, el Rey trazó un balance muy positivo de los 25 años de monarquía, empezando por la construcción del Estado de las autonomías. 'Hoy España es un país más complejo, pero más rico, y los españoles hemos logrado reforjar nuestra unidad nacional de una manera justa, solidaria y respetuosa para con nuestra naturaleza plural', constató. También dijo que España 'tiene hoy una economía más desarrollada' y 'más justa', lo que la capacita para abordar la inmigración bajo una perspectiva positiva. 'Si antes eran los españoles los que tenían que expatriarse para buscar el bienestar que no encontraban en su tierra', afirmó, 'son ahora muchos los que llegan a nuestras fronteras con el mismo propósito y esperan de nosotros solidaridad y una rigurosa política de integración'.

Un nuevo lugar en el mundo

'Esta España transformada ocupa un nuevo lugar en el mundo: el que le corresponde', concluyó, sin forzar el balance hasta extremos triunfalistas.

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Reconoció a continuación que el terrorismo ensombrece ese panorama. 'Cuando repaso ante ustedes los cambios acaecidos, los esfuerzos empeñados, el sacrificio de muchos, y veo la prosperidad y la libertad de las que gozan las nuevas generaciones de españoles, más duro resulta recordar la persistencia de la lacra del terrorismo', dijo.

'La respuesta sólo puede venir de la confianza en el Estado de derecho, la unidad de las fuerzas políticas, la movilización social, la cooperación internacional, la aplicación de la ley y una fortaleza ética', estableció el Rey, quien, ya en un contexto más amplio, capaz de incluir tanto problemas mundiales como el del terrorismo en España y el de los que lo justifican, advirtió: 'Nadie puede ampararse en sus peculiaridades culturales o históricas, o en sus realidades sociales, para justificar la violación de las libertades fundamentales del ser humano'.

Para resumir la situación, don Juan Carlos concluyó: 'Nosotros, los españoles, quizás no ofrezcamos los titulares admirados de hace veinte años, pero queremos seguir siendo ejemplo razonable y cotidiano de lo que puede conseguir una sociedad unida, solidaria y esperanzada'.

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