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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En EL PAÍS del 26 de marzo

En EL PAÍS del 26 de marzo, Eduardo Haro escribe una columna titulada Savaterismo. Esamisma mañana, en la Facultad de Educación de la universidad en la que trabajo, Savater ha pronunciado una conferencia titulada 'Educar para la ciudadanía en el siglo XXI'. Quizás no hayan coincidido la oportunidad y la serenidad para examinar a distancia las opiniones de ambos. Soy lector y admirador de Savater desde hace tiempo. Igualmente de Haro, que me parece una de las mentes más lúcidas del mundo periodístico. Sin embargo, algo se rompió esa mañana. Leyendo a Haro, uno tiene la impresión de que Savater ataca los principios de la razón y de la libertad, de que ha apostado por el sectarismo y la exclusión, por la división de buenos y malos. Escuchando y leyendo a Savater, y en la polémica que les concita, parece que no son entendibles en este momento las vacilaciones, las componendas, los 'puentes' en lo que se refiere a ETA y a la política con los terroristas. Y, sin embargo, apenas veo más diferencias entre los dos que las estratégicas. Puedo reprochar a Haro que quizás haya un contexto suficientemente trágico para entender la opinión de Savater. (Querido Eduardo: todos, pero especialmente una persona como Savater, se encuentran en el punto de mira de ETA. Esto merece una consideración y un respeto exquisito y excepcional. No se puede estar en el punto de mira de ETA y no sentir un estremecimiento profundo). Puedo reprochar a Fernando que no perciba en Eduardo su enorme respeto por el pensamiento ajeno, por las decisiones democráticas; su apuesta por los más débiles del signo que sean. (Querido Fernando: ¿cómo no ver el amor a la libertad de todos y el desprecio a todo tipo de opresión, sea la que sea, política, económica, religiosa, étnica, de los escritos de Eduardo?). Para mí, estáis los dos del mismo lado. Los ciudadanos normales, que sentimos la pasión de lo público en el sentido estricto de los antiguos griegos, os necesitamos. Vuestras discrepancias nos aleccionan y nos obligan a pensar. La verdad no es fácil; aunque es el único camino hacia la libertad. Os respeto, os animo y os deseo fuerza para mantener un espíritu tan joven y combativo ante tanta depresión mental. Os seguiré leyendo con respeto, 'temor y temblor'.-

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