El Vaticano dice que la cabeza de Juan XXIII se conserva intacta
El rostro de Juan XXIII, el Papa del Concilio Vaticano II, fallecido hace 37 años, se encuentra intacto, según han atestiguado los prelados y técnicos del Vaticano que participaron en enero pasado en el reconocimiento canónico del cadáver, en vísperas de su traslado de la gruta vaticana a un altar de la basílica de San Pedro. En la descripción oficial del reconocimiento, hecha pública ayer, se lee, según la agencia italiana de noticias Ansa: 'El rostro del beato esta íntegro, con los ojos cerrados y la boca ligeramente entreabierta, con los rasgos que recuerdan inmediatamente la fisonomía familiar del venerado Pontífice'.
Angelo Roncalli, nacido en Sotto il Monte (norte de Italia) en 1881 y muerto en 1963 a causa de un cáncer de estómago, fue beatificado por Juan Pablo II en septiembre pasado junto a otro Pontífice menos amado por las masas católicas, Pio IX.
El detalle del rostro incorrupto, aunque no excepcional, es poco frecuente, según los técnicos que lo han examinado, porque el cadáver de Juan XXIII no fue embalsamado. El reconocimiento canónico de los restos del Papa bueno se efectuó el 16 de enero, antes de proceder a su traslado desde la gruta vaticana a un altar de la basílica de San Pedro, y se desarrolló con todo el boato de una ceremonia religiosa. Entre los asistentes figuraba el arcipreste de la basílica, cardenal Virgilio Noé, el responsable del ceremonial y el secretario de la Fábrica de San Pedro, que se encarga del mantenimiento del templo, el perito Nazzareno Gabrielli y varios técnicos y albañiles. Al final se sumaron el cardenal Secretario de Estado, Angelo Sodano, y el número dos del departamento, Leonardo Sandri.
Para hacer frente a los posibles incrédulos, todas las operaciones efectuadas, la apertura del sarcófago de mármol y la de tres féretros de diferentes maderas, quedó descrita en un documento al que se añadieron diversas fotografías. El cadáver estaba protegido también por un féretro de plomo con cerradura soldada. Los restos del Pontífice, junto a sus medallas, descansaban en una tercera caja, de madera de ciprés. La operación completa duró diez horas.
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