La euforia de los 'oscars' no logra borrar el temor a la huelga de actores de Hollywood
Steve Martin sustituye a Billy Cristal, y Penélope Cruz presentará uno de los premios
La inyección de euforia de los oscars no ha logrado borrar lo que podría ser uno de los episodios más negros de la historia de Hollywood: la huelga con la que amenazan para este verano actores y escritores. Ayer, un nuevo titular de la revista Variety hacía temblar los estudios. La huelga no afectará sólo a los rodajes, sino también a la promoción de las películas ya terminadas. Ni ruedas de prensa, ni entrevistas, ni fotos, ni portadas. 'Eso sería el colmo', señala un publicista, 'dañaría el trabajo de todo el año, la repercusión en taquilla sería enorme, afectaría al porcentaje de los propios actores, nadie se lo puede permitir'.
Las cada vez más insalvables diferencias entre actores y estudios dejarán paso, al menos durante un par de días, a la ilusión rosa de los oscars. La 73ª edición estará presentada por primera vez por el actor Steve Martin, que sustituye al pizpireto Billy Cristal. Martin será el encargado de la última gala que se celebrará en el Shrine Auditorium de Los Ángeles, ya que las obras del Kodak Theater -sede permanente a partir del próximo año- están prácticamente concluidas. Los nombres de los presentadores también empiezan a filtrarse, y entre ellos estará la española Penélope Cruz, que, según confirma ella misma, presentará el Oscar al mejor vestuario. Sting y Bob Dylan actuarán en directo, pero nada será comparable a ver a Bjork y Thom Yorke, líder de Radiohead, interpretando juntos el tema principal de Dancer in the dark. La cantante islandesa aspira al Oscar a la mejor canción, escrita por ella, y el director de la película, Lars von Trier. Pero la principal preocupación de los realizadores son los premiados y sus incontrolables discursos de agradecimiento.
Entre Gwenyth Paltrow, que hace dos años, agarrada a su Oscar por Shakespeare in love y llorando a moco tendido, agradeció su premio no sólo a sus padres, sino a todos sus familiares -incluidos sus primos lejanos de la costa Este-, y el rosario de santos recitado el año pasado por Pedro Almodóvar, la paciencia de los organizadores ha tocado fondo. 'No hace falta nombrar a toda la familia', ha señalado Gilbert Cates, productor desde hace 10 años de la gala. Cates ha recordado a los posibles ganadores que deben ceñirse a los 45 segundos que exige la organización. 'Hay que ser sucintos', ha dicho el productor ante el temor de que la emisión, como ocurrió el año pasado, supere las cuatro horas de duración.
La advertencia de Cates no se ha limitado a las buenas palabras, y el poderoso productor, para ilustrar a qué se refiere exactamente con la palabra 'sucinto', proyectó en la tradicional comida de los candidatos, celebrada hace una semana, lo que se podría llamar un vídeo explicativo. En él, un imponente William Holden recogía el Oscar que recibió en 1953 por Traidor en el infierno. El actor, con la estatuilla en la mano, se limitaba a inclinar la cabeza sobre el micrófono para pronunciar una palabra: 'Gracias'. 'Ellos también tenían familia, y mujeres, y niños, y colegas y colaboradores, y publicistas y agentes, y ninguno tenía la necesidad de expresarles uno a uno su gratitud', dijo Cates. 'Si en los 45 segundos alguien tiene el talento de pronunciar un emocionante monólogo que transmita lo que siente en ese instante, pues mejor para todos, y si no, pues nada'.
Pero la cosa no queda ahí, y para persuadir a los candidatos, la Academia de Hollywood ha ideado dos sistemas de compensación. Uno es un premio al más puro estilo concurso de la tele: el ganador que pronuncie el discurso más breve ganará un equipo de televisión de alta definición. Si hay empates, aseguran, regalarán varios equipos. El segundo invento es una página web -oscar.com- en la que los candidatos podrán escribir la lista de personas a las que quieren agradecer su premio. La lista entrará en la Red en el momento en que el premiado salga del escenario con su oscar en la mano.
Las medidas han despertado cierta sorpresa. Aunque, como ha dicho Ang Lee, director de Tigre y Dragón y candidato, entre otros, al Oscar al mejor director y a la mejor película en habla no inglesa, '¿quién puede controlar lo que uno va a decir? Por una vez, todos te miran. El mundo entero te mira'.
Babelia
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