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Reportaje:

Historias vivas de un pueblo

Dos ancianas centenarias reciben un emotivo homenaje de las mujeres de Úbeda

Ginés Donaire

Los surcos de los rostros de María y María de la O delatan su edad centenaria, pero sobre todo una vida azarosa llevada con una dignidad encomiable desde el anonimato. Entre las dos suman 204 años, buena parte de ellos dedicados por entero al trabajo: al agrícola, al doméstico, al del cuidado de sus hijos, al de la supervivencia, en definitiva. Pero, curiosa paradoja: nunca antes habían celebrado el día de la mujer trabajadora. Ayer, sin embargo, se sintieron protagonistas por un día gracias al homenaje, tan sencillo como el discurrir de la vida de ambas, que le tributaron las asociaciones de mujeres de su pueblo, Úbeda (Jaén), y el Centro Municipal de la Mujer del Ayuntamiento ubetense.

María de la Torre Aranda, de 101 años, nació cuando el siglo XX echaba a andar. De su infancia recuerda, sobre todo, su juguete preferido: las pelotas de trapo. Pero cuando apenas había disfrutado de su juventud, su madre le dijo: 'A casarse toca'. Así que, con sólo 19 años, pasó por el altar, pero de negro riguroso, como se llevaba entonces. 'Blanca sólo tenía la mantilla', recuerda. A partir de ahí toda su vida parecía propiedad de su marido: 'No podía mirar a ningún hombre', comentaba ayer. A pesar de que, justo el año en que se casó, el Gobierno de Maura implantó en España la jornada laboral de ocho horas, ella recuerda que trabajaba 'de sol a sol'. Ahora disfruta con sus 7 hijos, 16 nietos y 17 biznietos.

No muy diferente ha sido la vida de María de la O Soria Berbel, de 103 años. Ha conocido tres siglos, pero su ánimo y lucidez permanecen inquebrantables. En este caso, sus únicos juguetes eran sus hermanos pequeños (tuvo cinco de los 12 que nacieron). Como su compañera de generación, también tuvo tiempo de ir a la escuela a aprender, al menos, a leer y escribir. Tan adelantadas fueron que incluso se dedicaron después a escribirles cartas a sus vecinos. 'Me daban una perrilla por cada carta', recordaba ayer entre bromas.

María de la O ha sido otra de las muchas mujeres que echaba varias jornadas laborales. 'Primero en el campo desde las cinco de la mañana y después en la casa'. Tal era el nivel de exigencia de las tareas agrícolas que incluso perdió un dedo cuando estaba segando, y estuvo a punto de perder la mano por una complicación posterior. Ayer, en cambio, sí que movía la mano con destreza para aplaudir a la rondalla y la coral de Úbeda que tocaron y cantaron para ellas. Y seguro que se quedó con las ganas de haber bailado alguno de los boleros y jotas que aprendió en su infancia, o de haber tocado las castañuelas que le compró su madre cuando sólo tenía 10 años y que aún conserva.

Las dos ancianas centenarias, que ayer evidenciaron tener una salud envidiable, no se cansaban de dar las gracias a todas las que ayer quisieron mirarse en su espejo para comprender mejor la historia de la mujer en el último siglo. 'No han sido famosas, no han salido nunca en los medios de comunicación, pero tienen mucho más que decir y que enseñar que todos los famosos que nos meten por los ojos todos los días en la televisión', decía Eli Hortelano, una poeta ubetense que ayer condujo, con una emotiva semblanza, el relato de la vida de las dos mujeres más viejas de Úbeda. 'Su mayor proeza ha sido ser supervivientes de una vida marcada por la guerra', subrayó la poeta en el auditorio del renacentista palacio del Hospital de Santiago.

Juana Campos, presidenta de la asociación de mujeres Libertad, les agradeció 'la lección de su lucha diaria'.

María de la O Soria (a la izquierda), de 103 años, y  María de la Torre, de 101, homenajeadas ayer en Úbeda.
María de la O Soria (a la izquierda), de 103 años, y María de la Torre, de 101, homenajeadas ayer en Úbeda.J. M. PEDROSA

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