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Una tecnología que aprovecha al máximo la energía que utiliza

Las centrales térmicas de ciclo combinado gozan de mayor prestigio que el resto de centrales térmicas porque comparativamente contaminan mucho menos. Pero ¿qué es una central térmica de ciclo combinado?

Una central térmica convencional se basa en la generación de una combustión en el interior de una caldera. El calor generado se emplea en producir vapor, y es este vapor el que se encarga de mover los álabes de una turbina, produciéndose electricidad. El proceso, pues, se basa en utilizar un fluido intermedio para transferir energía, y su eficiencia oscila entre el 35% y el 40%.

En una central térmica de ciclo combinado, la combustión se produce directamente en el interior de una turbina, de tal manera que la fuerza expansiva resultante del calentamiento de los gases va a mover directamente los álabes de la máquina.

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Realizado este proceso, cuando los gases salen, se encuentran todavía a una temperatura bastante alta como para permitir un segundo ciclo convencional y calentar agua, generar vapor y mover una segunda turbina. La combinación de los dos ciclos permite, básicamente, aumentar la eficiencia energética hasta un 50% o 60%.

Aire compromido

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Como puede observarse en el gráfico adjunto, en una central de ciclo combinado el aire entra en la turbina de gas, donde es comprimido mediante unos álabes que giran alrededor de un eje. Una vez comprimido el aire, se inyecta el combustible. Normalmente se utiliza gas natural o fueloil. La combustión se produce gracias a la enorme presión acumulada.

Los gases resultantes superan los 1.000 grados de temperatura y experimentan una fuerte expansión, moviendo entonces las palas de la turbina. Esta turbina lleva acoplado un generador en el extremo de su mismo eje, que es el encargado finalmente de producir la electricidad.

Los gases que resultan de este proceso están aún lo bastante calientes (unos 550 grados) como para aprovechar su poder calórico y transformar agua en vapor en la llamada caldera de recuperación, donde se ubican unos haces de tubos por los que circula el agua que se va a calentar. Finalmente, los gases son evacuados por una chimenea, mientras que el vapor se envía a otra turbina que mueve un segundo generador.

Por último, el vapor debe volver a enfriarse para convertirse de nuevo en agua, que pueda retornar a los tubos de la caldera de recuperación. Este proceso de enfriamiento se produce en el llamado condensador, utilizándose agua de refrigeración que puede provenir del mar o de un río. Por eso, la instalación de una central de este tipo requiere, por un lado, la proximidad de una fuente energética y, por otro, un caudal de agua suficiente que garantice el suministro necesario durante todo el tiempo, ya que son centrales de funcionamiento continuo.

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