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Aliocha Coll en el espejo de la ficción

Se han cumplido 10 años de la muerte de Aliocha Coll. Hace unos meses, la editorial Calima, de Palma de Mallorca, se atrevió a publicar con el título de Imaginarias algunos de los poemas que dejó inéditos. En el tiempo que lleva el libro en el mercado sólo he visto un comentario, el de Javier Marías en El Semanal, donde recuerda su relación con el escritor y lo retrata, en uno de sus miramientos, a partir de la foto que incluye la edición. La cubierta del libro aparece ilustrada con un dibujo del autor en el que no es arriesgado ver su autorretrato.

Hay escritores que trabajan sin concesiones, de ahí que sus libros resulten marcados por aquella vocación de lo secreto. No sólo es difícil dar con ellos, sino que cuando se ha conseguido el ejemplar tampoco es más fácil entrar en una escritura con escasos referentes, al margen de gustos y modas, ajena a cualquier complacencia con el lector. De todas formas, los amantes de la poesía vanguardista, de los escritores postistas, de Carlos Edmundo de Ory, por ejemplo, no se sentirán desconcertados ante versos como éstos.

'Su vida se me aparece como un libro deteriorado con numerosas páginas sin imprimir'

¿Recuerda hoy alguien al escritor Aliocha Coll? En la prensa de Barcelona creo recordar que le prestaron atención Xavier Moret, Eduardo Gonzalo, Julià Guillamon, J. E. Ayala-Dip y Menene Gras, por no hablar de su agente, Carmen Balcells, y de su editor en Destino, Andreu Teixidor.

A quienes no les será desconocido es a los lectores fieles de Javier Marías. Es difícil olvidar el artículo que le dedicó con motivo de su suicidio en 1990. O los dos cuentos en los que aparece bajo la máscara de aquel doctor Noguera que se entrevé en El médico nocturno; o ya más claramente, convertido en el doctor Xavier Comella de Todo mal vuelve, un texto que me gusta leer como la historia de una amistad. Estas más o menos veladas referencias confluyen en Negra espalda del tiempo, donde se plantea cómo utilizar lo autobiográfico en la ficción. En dos momentos simétricos de la novela (sí, novela), lo equipara nada menos que a su maestro Juan Benet (¡para la España cavernícola todavía sigue siendo un delito apreciar la obra de don Juan!) y a miembros de su propia familia, su madre y su hermano Julianín.

Javier Marías, que lo trató y mantuvo correspondencia con él, ha explicado quién y cómo era Aliocha Coll. Por ello sabemos que en 1948 nació en Madrid con el nombre de Xavier Coll, aunque su familia y su educación fueran catalanas. En Barcelona estudió tres años de Medicina, con buenas calificaciones, pero la carrera la concluyó en París, cuando necesitó el título para subsistir. En la capital francesa vivió de rentas, dedicado a la escritura y a cultivar la devoción por su mujer, una pintora francesa de origen chino. Tuvieron un hijo que murió al poco de nacer y publicaron juntos un libro con piezas para títeres. Fue traductor, poeta, narrador, autor de una obra personal, rara, escrita a contracorriente, que -mucho me temo- no encontró el apoyó de los lectores.

Su destino, ante el cual él se rebelaba (Marías se referiere a él, en una de sus enigmáticas dedicatorias, como aquel 'médico nocturno, que no quiso ser ficticio'), quizá no estribó en convertirse en un autor reconocido, pero hay en toda su historia personal, tal como ha llegado hasta nosotros, un material susceptible de ser transformado en literario. O según se dice en uno de los cuentos de Marías: 'Su vida se me aparece ahora como un libro deteriorado con numerosas páginas sin imprimir'.

Es muy probable que su destino final fuera el de los personajes, de la estirpe de los que tienen su origen en la realidad. No en balde se empezó a gestar en el vientre de su madre, en su lectura durante el embarazo de Los hermanos Karamazov. De allí proviene su nombre literario, aunque el personaje de ficción se fuera perfilando en dos artículos, dos cuentos y una novela de Javier Marías, uno de esos escasos autores que al contar inventan y comprenden. A éste le devolvió por anticipado otra dedicatoria, en la que lo llamaba 'mi amigo, y mi compañero errante de palabras, de silencios y de siglos'.

Fernando Valls es profesor de Literatura Española de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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