Indignación en Francia
Los perjudicados por la fiebre desatan su rabia contra el Reino Unido, al que culpan de la situación
'Váyase. Este mal nos ha llegado de su puta Inglaterra, otra vez. No tengo nada que decirle'.
Era un joven agricultor, de treinta y tantos años, vestido con vaqueros y una gorra amarilla de béisbol. Se dio media vuelta y regresó a su corral.
El norte de Mayenne -un paisaje de postal, con campos, colinas, bosques y macizos de prímulas en los setos- se encontraba hace diez días en estado de conmoción. Se había confirmado la existencia del primer caso de fiebre aftosa hallado en el continente desde que comenzó la epidemia en Gran Bretaña, hace tres semanas, y el primer caso en Francia desde hace 20 años, en la pequeña aldea de La Baroche-Gondouin, en el límite entre Mayenne y Baja Normandía.
Por la tarde, las 113 vacas lecheras de Francis Loreyer, un rebaño de magníficas holstein formado con grandes esfuerzos a lo largo de 30 años, fueron amontonadas en un pozo e incineradas, en una réplica de las fúnebres hogueras visibles en toda Gran Bretaña durante los últimos 20 días.
Era indudable de dónde procedía el 'mal'. A principios de febrero llegó un rebaño de 100 ovejas, importado de Gran Bretaña, a la granja vecina. Las ovejas se sacrificaron hace 15 días como medida de precaución, igual que se han sacrificado las 20.000 ovejas inglesas vendidas a Francia antes de que se diagnosticara el primer caso en el Reino Unido.
Las pruebas post mortem mostraron, más tarde, que ocho de dichos rebaños, repartidos en granjas de toda Francia -incluidas las ovejas llegadas a La Baroche-Gondouin-, habían estado expuestos a la fiebre aftosa o estaban en pleno periodo de incubación.
Los habitantes del lugar dicen que el agricultor y comerciante que llevó las ovejas a Mayenne está atrincherado en su casa, por miedo a las represalias. 'Ya era impopular en la zona porque hace unos años fue a la quiebra y dejó montones de deudas', cuenta un agricultor de la aldea vecina. 'Importaba ovejas de Gran Bretaña e Irlanda y las vendía al cabo de pocas semanas como cordero de Mayenne. Y ahora esto. Puede imaginarse cómo se siente la gente'.
Las autoridades veterinarias francesas estudian una posible relación entre el tratante de ovejas de Mayenne y seis presuntos casos -todavía no confir-mados- de fiebre aftosa entre las ovejas de una explotación de Seine-et-Marne, al este de París.
Dado que los agricultores franceses todavía están padeciendo las consecuencias económicas de su crisis de las vacas locas -directamente provocada por las importaciones de comida británica para animales que estaba contaminada-, no es de extrañar que, el miércoles, los acentos británicos fueran mal recibidos por algunos habitantes de Mayenne. Ésta es una región de carne y leche, la segunda mayor zona productora de vacuno en Francia.
La verdad es que muchos otros habitantes del lugar se mostraron sorprendentemente educados y serviciales; o demasiado indignados para poder hablar.
'Aquí, en general, la gente es amable. Pero ahora todos se han encerrado en sus casas', explica Josiane, una mujer de cincuenta y pocos años que vive en una granja de una aldea vecina. 'Precisamente cuando necesitamos ayudarnos unos a otros, no nos atrevemos porque existe el miedo terrible a transmitir la enfermedad de una granja a otra. La gente ni siquiera se llama por teléfono, como si temiera que la enfermedad pueda pasar a través de la línea'.
Alrededor de la granja infectada se han impuesto una serie de zonas de exclusión, que impiden que entre en el pueblo cualquiera que no viva allí y que desvían el tráfico hasta 15 kilómetros de la carretera principal.
Se ha ordenado a los agricultores de La Baroche-Gondouin que dejen sus animales en los campos mientras los veterinarios buscan síntomas de la enfermedad. Como en muchas comunidades rurales de Francia, las granjas de Mayenne están agrupadas en las aldeas, lo cual aumenta las posibilidades de que el virus pase de un rebaño a otro.
En Francia, que depende enormemente de la agricultura y, sobre todo, de las exportaciones de alimentos, una rápida difusión de la enfermedad equivaldría a una catástrofe nacional.
El día 8 había, tanto en Mayenne como en otros lugares, un ruido creciente de quejas sobre la decisión que tomaron los Gobiernos de la UE en 1991 de abandonar la vacunación sistemática de animales contra la fiebre aftosa.
© The Independent
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